Un villancico del festival de invierno es una historia corta aparecida en la web oficial de World of Warcraft en Diciembre de 2015 aunque sólo en su versión americana con su correspondiente traducción en español mexicano.
La historia es una clara parodia de "Cuento de Navidad" de Charles Dickens. En la fuente original, el protagonista (Garronero) se llama Scrounge, una mezcla entre Ebenezer Scrooge, el protagonista de la novela y La Plaga, que en inglés es Scourge (por eso el protagonista es un Renegado). Matices que se han perdido con la traducción.
Está contada por Guchie Jinglepocket.
Personajes[ | ]
Principales | Secundarios | Mencionados |
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Texto[ | ]
Pastos de Bosquehumeante presenta: una presentación de Pastos de Bosquehumeante de Un villancico del festival de invierno, gentileza de Pastel de macedonia y carne de Graccu, ¡duran para siempre! “¡Quien controle al pastel, controla al mundo!” Narrado por el mismísimo Guchie Calderilla de Pastos de Bosquehumeante.
Para empezar, Yardley había muerto. No cabía duda de eso. Víctima de un aventurero que buscaba dinero, dejó vacíos sus bolsillos. No le quedaron ni migajas.
Esto fue muy conveniente para Garronero, quien se quedó con todas las cosas de Yardley, incluyendo su negocio, un par de monturas, todos sus ahorros, y algunas mascotas que Garronero vendió inmediatamente en la Casa de subastas. Garronero fue el único doliente en el sepulcro de Yardley, pero estaba más bien lamentando la pérdida de un confiable socio que la muerte de un amigo.
Esto nos lleva a la certeza del fallecimiento de Yardley, su muerte era tan real como los impuestos. Digo esto porque, como sabrán, la muerte en Azeroth suele ser... solo un contratiempo. Pero se los aseguro, ¡estaba totalmente muerto!
Garronero nunca cambió el letrero de la puerta que llevaba el nombre de Yardley. Ese viejo austero simplemente no quería pagarle a los artesanos goblin para que lo quitaran. Era todo un saco de carne en descomposición, avaro y hediondo. Un modelo a seguir, claro, si le quitas la carne descompuesta y el mal aliento.
Garronero tenía a un escriba solitario en su oficina de contabilidad: Bob Gran Corazón, un enano que podía escribir su nombre al derecho y al revés (bueno, su primer nombre al menos). Algo conveniente, porque así la gente se ahorra dinero en credenciales, no como el tarado del cuñado que pones a cargo de los grabados y escribe mal toda una orden de doce docenas... ah sí, la historia.
Bob trabajaba en un rincón bien ubicado con la cantidad justa de carbón ardiente cerca para evitar que se muriera de frío, lo que honestamente hubiese sido muy egoísta de su parte. No como esta increíble oferta, gentileza de Pastos de Bosquehumeante: ¡tú primera parada con excelentes comidas y bebidas para el Festival de invierno!
¡Encontraste a Pepe! Cómpralo para ti o para un amigo o para un vecino o simplemente para tener un regalo al alcance de la mano. Definitivamente vas a necesitar más de uno. Quizás cinco. ¡Con cinco está bien! Mira esas patitas y esa cabeza giratoria. Es tan suave, tan peludo, tan lindo... ¡y podría ser tuyo! ¡Ya! ¡Vamos! ¡Un momento! Hazlo después de la historia.
Garronero tenía un sobrino llamado Ted, un chico alegre que era bueno con el dinero, pero no tenía mucho que digamos. Ted apareció en la oficina de Garronero y lo interrumpió cuando estaba a punto de contar mucho dinero, estamos hablando de seis dígitos.
—¡Hola, tío! ¡Feliz Festival de invierno! —dijo.
—¿Cómo puedes estar tan contento? —dijo Garronero burlándose— Ni siquiera tienes suficiente oro para comprarle todo al vendedor de Pastos de Bosquehumeante.
—Podré comprar algunas cosas, tío. Estuve mirando el Jamón festivo cubierto de miel para mi fiesta, ¡a la cual vine a invitarte!
—¡Bah, patrañas! No iré a ninguna fiesta a menos que haya Pastel de carne casero de Graccu, Y Licor burbujeante de Bonvapor.
—Bueno, de todas formas la invitación sigue en pie. Nos encantaría que vinieras.
Luego de eso, Ted se fue, intentando no ponerse a llorar tras la precisa acotación de Garronero acerca de lo pésima que sería su fiesta sin la colección completa de los magníficos productos de Pastos de Bosquehumeante.
Y para empeorar las cosas, ¡a Bob se le ocurrió hablar y pedir el día libre para el Festival de invierno! Lo que obviamente es ridículo, porque el personal de Pastos de Bosquehumeante está disponible las 24 horas del día para darte las mejores delicias, ¡como la contundente Ternera picante!
A pesar de las molestias, Garronero terminó bien su día. Expropió a un par de gnomos que llevaban una semana de atraso en el pago de su préstamo para ingeniería y aumentó sus fondos con 500 mil de oro extra, bastante bueno, después de todo. Cerró el local y se fue a casa para comerse una Muestra de Pastos de Bosquehumeante, un ritual de sus años de no-muerto, antes de irse a la cama.
Pero antes de poder darse un merecido descanso, su plan se vio interrumpido por la aparición de su viejo socio “La Garra” Yardley, lo que fue algo inesperado, porque, como recordarán, estaba bastante muerto. Yardley brillaba tanto como un viajero que regresa de Los Fangales. Hizo sonar su quijada y sus garras, obligando a Garronero a ponerse una almohada sobre la cabeza para soportar el ruido.
—Garroneeeeeerooo —dijo su viejo socio. Probablemente. Nunca se sabe con él, en serio.
Al principio, Garronero culpó al Pastel de macedonia y carne de Graccu por esta visión fantasmal, pero Pastos de Bosquehumeante asegura que eso es totalmente imposible, porque solo usamos los mejores ingredientes y saborizantes artificiales, pero aún así no pudo deshacerse de la alucinación.
—¡Esta noche te acecharán tres espíritus! —aulló Yardley.
—Eso suena caro —dijo Garronero—. ¿Y por qué? —¡No has hecho suficiente por la gente de Azeroth! El oro que has acumulado no vale nada si no ayudas a los menos afortunados para que compren todo lo que se encuentra disponible en el sabroso catálogo de Pastos de Bosquehumeante. ¡Tú primera visita llegará pronto™!"
Luego, tan pronto como apareció, Yardley ya se había ido, y Garronero quedó preguntándose por qué lo acechaba un fantasma publicitario, siendo que ya había pagado el valor mensual de apariciones fantasmales libres de comerciales.
Tras pensar en mandar una carta de reclamo, se acostó a dormir, listo para dejar toda esta experiencia en el olvido.
Parte 2[ | ]
Pastos de Bosquehumeante presenta: una presentación de Pastos de Bosquehumeante de Un villancico del festival de invierno, gentileza de Pastel de macedonia y carne de Graccu, ¡duran para siempre! “¡Quien controle al pastel, controla al mundo!” Narrado por el mismísimo Guchie Calderilla de Pastos de Bosquehumeante.
¡Soy Guchie Calderilla de Pastos de Bosquehumeante, aquí nuevamente para continuar con nuestra historia! Como recordarán, dejamos a Ebonizador Garronero luego de que lo visitara el fantasma de su antiguo socio, Yardley. Quien no estaba muy contento que digamos porque Garronero no hacía su mejor esfuerzo para compartir las delicias de Pastos de Bosquehumeante. ¿Cómo vamos a aumentar nuestros márgenes anuales de ingresos si la gente no pone de su parte?
Garronero se sentó en su cama pensando si se había imaginado toda la conversación con Yardley o si en verdad tendría que recibir a más invitados fantasmales. ¡A tres para ser exactos! En verdad no le gustaba mucho la idea, de hecho le irritaba mucho saber que no podría contar su oro toda la noche y en paz como solía hacerlo normalmente.
El reloj en su cuarto comenzó a sonar a la una de la madrugada, su sonido era un recordatorio de la advertencia de Yardley. Garronero esperaba que el primer fantasma apareciera a tiempo para que pudieran visitar al vendedor de Pastos de Bosquehumeante antes de que llegara el siguiente espíritu.
Una luz empezó a aparecer a través de las grandes cortinas que rodeaban su cama. En verdad no necesitaba la comodidad de la cama ni de las cortinas. Probablemente tampoco necesitaba el churumbele de oro sólido, pero eso no impidió que lo disfrutara.
Corrió las cortinas y miró a su alrededor, pero no vio nada fuera de lo común, y luego escuchó una risita que venía desde el suelo. Una gnomo rubia y pequeña con moños en su cabello lo miraba fijamente, sus manos descansaban suavemente frente a ella mientras observaba al financista de los Renegados.
"¡Hola!" dijo la gnomo. Lucía algo familiar, pero Garronero no quería suponer nada. Francamente, a su parecer todos los gnomos eran iguales, pero no se atrevía a decir tal cosa en voz alta. Al menos no desde la última vez.
—¡Soy Chromie! Me alegra verte de nuevo. ¿O es la primera vez...?
Garronero se quedó mirándola mientras ella le hablaba de vórtices de tiempo, anomalías temporales, yuxtaposiciones, o algo así, y un par de patos, pero le era imposible comprender de qué estaba hablando. Al rato, y aburrido de sus palabrerías, Garronero la interrumpió.
—Bueno, ¿eres el espíritu del Festival de invierno del que me hablaron o no?
—Espíritu de... ¡OH! Sí, por supuesto. La misma. Soy Chromie, el espíritu del Festival de invierno del pasado. ¡Estamos atrasados!
—¿Cómo no vas a estar atrasada para el pasado?
—Ah, es cierto, no lo entenderías, —dijo ella, mientras lo tomaba de su túnica en el mismo instante en el que el mundo comenzaba a distorsionarse.
De pronto, aparecieron frente a una escuela pequeña. Garronero reconoció de inmediato el lugar en donde aprendió por primera vez el maravilloso poder de los números, durante un periodo de su vida marcado tanto por un futuro prometedor como por una gran tristeza. Verán, aún no existía Pastos de Bosquehumeante. No habían Cajas con regalos de Pastos de Bosquehumeante, ni Rueda de queso de vacaciones. Eran tiempos oscuros. Pero había números, bellos y hermosos números llenos de promesas.
—Recuerdo esto —dijo Garronero—. Yo era un muchacho. Recuerdo horas de maravillosa aritmética mientras los otros niños se iban a casa para el Festival de invierno.
—¿Recuerdas esto? Oh, gracias al cielo. ¡Estamos de suerte! Pero sí, es cierto... en verdad nunca te llevaste bien con tus compañeros mientras estuviste aquí. Tu única amiga era una calculadora.
—Sí, eran buenos tiempos.
—Pero no tenías dinero.
—Pues... sí, supongo que esa parte fue terrible —respondió bruscamente Garronero. —¿Me estás mostrando esto por algún motivo, espíritu?
—Oh, en verdad no. A decir verdad, no sabía dónde íbamos a aparecer, así que me alegra que fuese un momento que reconocieras. ¡Vamos a otra parte!
Chromie volvió a sujetarlo, empujándolo hacia abajo para mirarlo de frente. Lucía un poco confundida y otra vez Garronero sintió que el mundo a su alrededor se distorsionaba.
Ahora se encontraban en otra celebración del Festival de invierno y el sonido de la música colmaba el aire. Garronero pronto notó que se encontraba en la fiesta de su jefe huargen, Fuzzywick, y había una interminable cantidad de delicias de Pastos de Bosquehumeante por todas partes. Era un festival lleno de comestibles y dicen que fue "una fiesta bastante impresionante". Un festín para los ojos y los oídos, todos estaban felices... excepto Garronero.
—Espíritu, ¿por qué me torturas con estas visiones?
—¿Qué visiones?
—¿Por qué me muestras esta fiesta y este momento de mi pasado? ¿Qué lección podría aprender aquí?
—dijo mientras se lamentaba.
—Ah, sí. El pasado... Pensé que te había regresado al presente. Tu presente, no el mío. Claro, sería extraño que te llevase a mi presente, ¿no?
De inmediato, Chromie se puso a dar otra explicación extremadamente aburrida acerca del tiempo y el espacio, ¡pero te la ahorraremos y en su lugar te presentaremos esta excelente oferta de los patrocinadores de Pastos de Bosquehumeante!
Si no puedes revivir tu infancia al viajar al pasado con un dragón viajero del tiempo, ¡despreocúpate! Pastos de Bosquehumeante puede ayudarte. Compra el maravilloso libro Guerra de nieve y podrás revivir la infancia de otra persona. Compra uno para todos en tu lista del Festival de invierno. ¡Ellos te lo agradecerán!
Ahora volvemos con nuestra disparatada Chromie....
—Como podrás ver, —dijo Chromie—, incluso antes... o ahora... la gente compraba todo lo que Pastos de Bosquehumeante tenía para ofrecer y lo compartían con otras personas. Pastos de Bosquehumeante ganaba dinero y si Pastos de Bosquehumeante es rentable, todos ganan. Probablemente eso fue lo que dijo, quién sabe. Yo hubiese dicho eso en su lugar, eso es seguro.
Garronero no parecía muy convencido, y Chromie volvió a sujetarlo de su túnica. Lo siguiente que supo fue que estaba en su cama y que sus monedas de oro estaban esparcidas por todos lados. El último ruido que escuchó fue la risita de Chromie que se desvanecía en el frío aire de la noche. Esperaba que hubiese recordado traerlo de vuelta al presente. Revisó su reloj para asegurarse. Era la una y media, así que solo se pasó por poco. Por suerte solo se había pasado por poco.
Garronero hubiese suspirado de tener la capacidad de hacerlo, pero en su lugar se puso a contar sus monedas. Sabía que aún le quedaban dos espíritus más antes de quedar libre de estos molestos fantasmas. ¿No sabían que tenía mejores cosas que hacer?
Era una situación bastante triste. Sí, Garronero era un tipo extremadanamente avaro, prefería acumular su oro en lugar de invertirlo en el constante crecimiento de Pastos de Bosquehumeante para que se convirtiera en la marca comercial más grande de comidas y bebidas del mundo. Triste, realmente triste.
Parte 3[ | ]
¡Soy Guchie Calderilla de Pastos de Bosquehumeante, aquí listo de para continuar con el especial de Pastos de Bosquehumeante! Lo que les estoy contando es una historia importantísima. ¡Podría cambiar sus vidas! Incluso podría SALVAR sus vidas. Así que presten atención mientras continúo desde donde me quedé. Era la una y media de la mañana. Garronero no estaba contento con la interrupción de su contar de dinero o de sus sueños sobre más delicias de Pastos de Bosquehumeante. El primer espíritu ya había venido y se fue, y esperaba al siguiente.
El renegado financiero Garronero miraba fijamente al reloj de la pared. Cada tic tac sonaba más fuerte que el clin clin clin de su oro. Lo irritaba, pues no tenía idea de cuánto podría darle al mundo de Azeroth, especialmente a Pastos de Bosquehumeante. Nosotros los de Pastos de Bosquehumeante estamos determinados a persuadirlo, y estábamos seguros de que el segundo espíritu sería nuestro pase hacia la victoria.
invierno avasalló sus oídos y una alegre voz lo llamó. Esto, claro, no lo alegró para nada, y ante él se reveló una figura: El Gran Padre Invierno, rebosante de espíritu positivo. Garronero dio un paso atrás y trató de alejarse más, pero se dio cuenta de que no se podía mover.
—Entonces, ¿eres el espíritu del Festival de invierno presente? —Un destello iluminó la mirada de la nueva visita.
—Dime, ¿nos vamos ya? —Clamó el espíritu mientras saludaba a Garronero. —¡No tenemos toda la noche! Tenemos cosas que hacer, gente a la que ver, delicias de Pastos de Bosquehumeante que... ¡deleitar! —Y de nuevo, el Padre Invierno soltó una carcajada; de esas cacofonías alegres que irritaban a Garronero.
Lo siguiente que supo Garronero fue que se encontraba en el Festival de invierno de su sobrino Ted. Una vista tan triste que incluso afligió al helado corazón de Garronero. Sobre la mesa, no había nada más que un solo jamón festivo cubierto de miel de Pastos de Bosquehumeante (aunque al menos parece que tuvo la decencia de tener licor burbujeante de Bonvapor también). La familia de Ted parecía reír y jugar alguna clase de juego, seguramente para distraerse del hecho de que no tenían muchas delicias de Pastos de Bosquehumeante.
El Gran Padre Invierno hizo un gesto a Garronero y dijo: —Vamos a acercarnos un poco, ¿sí? Garronero sintió que lo halaban, y en un abrir y cerrar de ojos, se encontraba dentro de la casa de su sobrino. Los sonidos de las risas y los juegos lo obligaron a cubrir sus oídos con sus manos.
—Espíritu, ¿por qué me obligan a sufrir de esta manera? Esto no puede considerarse una fiesta. No tienen Pastel de carne casero de Graccu ni Ternera picante.
Garronero entrecerró su mirada y observó al Gran Padre Invierno. —Ni siquiera tienen de tu Cerveza del Gran Padre Invierno. ¿Cómo puedes permitir eso? El Gran Padre Invierno se sonrojó ligeramente de furia mientras se inclinaba hacia Garronero. —Por supuesto que esta fiesta tiene una falta inexcusable del espíritu festivo de Pastos de Bosquehumeante... Algo que TÚ habrías podido remediar fácilmente, me atrevería a decir. ¿Acaso no tienes suficiente oro entre tus arcones? Garronero frunció el ceño y se cruzó de brazos.
Comenzó a hablar de nuevo pero Garronero sintió de nuevo esa sensación familiar de ser transportado hacia otro lugar. Ya que no solía viajar en portales (Garronero siempre aborreció la idea de darle propinas a los magos por sus servicios), su constitución apenas podía tolerar la teletransportación. Mientras recupera la postura, ¡vayamos a unos comerciales!
Brrr... hace frío allá afuera, pero puedes calentarte mientras demuestras tu lealtad hacia la Horda o la Alianza. ¡Pueden usarse para tiendas de acampar, bloquear visiones fantasmagóricas, picnics, y mucho más! ¡Obtén la tuya ahora!
Garronero se encontraba frente a la ventana de una pequeña casa. Un gesto del Gran Padre Invierno le indicó que se acercara más. Y así hizo. ¿Qué cosa sus curiosos ojos deberían ver? A Bob Gran Corazón. Probablemente el ogro más grande que haya visto.
—Espíritu, ¿por qué mi empleado pasa su tiempo con un ogro? —El no tan pequeño Tom, su hijo adoptado. Tiene una gran boca que alimentar y apenas le das lo suficiente para que se mantenga cálido en la oficina.
—Patrañas. Mi oficina opera muy sobre el mínimo legal de temperatura. Además, ni siquiera te incumbe, ¿o sí? El Padre Invierno empujó a Garronero, lo que lo obligó a acercarse más a la humilde choza de Bob. Lo que Garronero tenía a la vista fue peor de lo que imaginaba. No había ni UNA pizca, ni siquiera una miga, ni un suspiro, de los finos productos de Pastos de Bosquehumeante.
—¿Sabías que esto es tu culpa? Si le pagaras más, le alcanzaría para comprar del catálogo de las delicias de Pastos de Bosquehumeante. Todos sufrimos por esto. Sin más oro para sustentar al mercado, Pastos de Bosquehumeante no puede expandir sus ofertas. Nosotros... digo, ellos, ¡apenas y pueden mantener su catálogo actual!
Garronero frunció el ceño una vez más, lo que le dio un destello de esperanza al corazón de oro de este narrador. Parecía que ya casi se daba cuenta de sus errores cuando... el destello se fue.
—Bah. Tonterías.
—Como quieras —dijo el Gran Padre Invierno mientras le daba palmaditas en la espalda. —Espero que puedas hallar a un nuevo empleado así de sencillo.
Se dio la vuelta mientras dejaba atrás a Garronero.
—¡Espera! —Garronero clamó. —¿A qué te refieres con "hallar a un nuevo empleado"? ¡Este me sirve muy bien! ¿Para qué querría uno nuevo? —¿No es obvio? Si el no tan pequeño Tom no obtiene suficiente comida, se comerá a Bob antes de que se termine el año. Deberás contratar a alguien más, con el nuevo salario mínimo.
Garronero se estremeció. Las regulaciones actuales incrementaron el salario mínimo casi un medio por ciento más. ¡Prácticamente un robo! (Pastos de Bosquehumeante le asegura a sus lectores que todos nuestros empleados reciben un salario justo a cambio de sus servicios).
—¿No hay nada que pueda hacer para evitar ese terrible acontecimiento? —Por supuesto que sí, Garronero. Tendrás que alimentar a la bestia. Y me permito recomendarte el catálogo completo de Pastos de Bosquehumeante. Digamos... unas diez veces. Eso debería satisfacerlo hasta el siguiente Festival de invierno, cuando Pastos de Bosquehumeante volverá una vez más con delicias exquisitas y manjares.
Garronero frunció el ceño de nuevo y giró la mirada otra vez a la casa de Bob. Sin embargo, antes de que pudiera, sintió esa sensación que lo halaba una vez más, y de pronto, se encontraba cayendo de su cama.
Garronero esperaba la visita de un espíritu más antes de que pudiera librarse de esas pestes. Todavía no comprendía la tan maravillosa oportunidad que se le había otorgado. Aquí, en Pastos de Bosquehumeante, nos enorgullecemos de ofrecer atención al cliente de calidad. De hecho, ¡el Paquete festivo es el mejor que tenemos!
Parte 4[ | ]
Se acuerdan de mí, ¿no? A estas alturas, ya somos muy buenos amigos. Soy Guchie Calderilla de Pastos de Bosquehumeante, y les vengo a seguir contando la historia de cómo un día un miserable financiero no-muerto llamado Ebonizador Garronero se levantó y olfateó (bueno, algo así) el reconfortante aroma del té de jardín verde de Pastos de Bosquehumeante.
Hasta ahora, Garronero había recibido la visita de dos de nuestros socios fantasmas, quienes tenían la esperanza de enseñarle el valor de esparcir el espíritu festivo con la sola compra de nuestro grupo de productos refinados. Sigamos con la historia y averigüemos qué sucede ahora, ¿sí?
Garronero se sentía un poco molesto debido a las interrupciones incesantes que sufría durante la víspera del Festival de Invierno. Su tradición más añeja, la de relajarse en soledad junto a su oro, se vio interrumpida por unos espíritus, y no hablamos de esos espíritus divertidos y espiritosos como los del licor burbujeante de Bonvapor, claro está, sino de esos espíritus insufribles que se aparecen para mostrarte lo peor de ti y enseñarte una lección. Lo único que le faltaba por hacer era esperar a que lo visitara el último de los espíritus y luego podría regocijarse junto al fulgor resplandeciente de su oro que tanto le costó conseguir.
Garronero apenas pudo acomodarse y disfrutar del clin clin clin de su oro apilado en montones pequeños y prolijos cuando escuchó el sonido de un susurro extraño y profundo. Se había acostumbrado a que los sonidos fueran algo sordos. Sus sentidos ya no eran los mismos luego de... bueno, morir. Y no-morir. Tengo entendido que es una experiencia de lo más desconcertante. Un día estás vivo, al otro día estás muerto, y al siguiente estás no-muerto, pero sigues sin estar vivo... En fin, encontraba algo demasiado familiar en este sonido en particular.
Garronero dirigió su vista hacia la ventana de su habitación y alcanzó a ver una silueta envuelta en una luz plateada. Los susurros extraños parecían emanar de ella; hacían eco y se metían en su cabeza. Enfocó su mirada en la luz abrasadora para ver bien a la figura.
Si Garronero pudiera suspirar, lo hubiera hecho, ya que conocía muy bien al espíritu que tenía frente a él. Todos en Azeroth habían visto alguna vez en sus vidas un ángel de la resurrección (algunos más que otros). Garronero se encontraba probablemente en el 95 por ciento.
El espíritu no dijo ni una palabra mientras descendía en su habitación, ni siquiera para recomendar algunos de los productos más finos y festivos de Pastos de Bosquehumeante (como la rueda de queso festiva). A decir verdad, no sé por qué no la despedimos.
—¿Eres... eres el espíritu del Festival de Invierno que falta por aparecer? Garronero tartamudeaba mientras recordaba la primera vez que había muerto, antes de convertirse en un renegado. Aún lo acechaban los ecos del sacerdote de su grupo que le gritaban cosas como "¡NO TE QUEDES PARADO EN EL FUEGO!", "¡USA TU PIEDRA DE SALUD" y otras frases sin sentido.
Garronero sacudió su cabeza en un intento de deshacerse de tales recuerdos, pero lo único que consiguió fue que una pelusa y dos monedas de plata cayeran de su oído. La pelusa rodó hacia abajo de la cama y desapareció sin demora. Garronero la observó con desdén. Eso al menos explicaba el extraño sonido punzante de sus oídos que sufría últimamente. Además, cómo negarse a algunas monedas gratis.
Su atención retornó al espíritu que tenía frente a él. Asintió con su cabeza, o al menos eso creyó. Resultaba muy difícil darse cuenta debido a la forma rara en que ondeaba y escapaba a su vista.
De repente, Garronero se vio una vez más viajando a través del espacio y tiempo, y cuando quiso darse cuenta, se encontraba junto al espíritu frente a la Señora Goya y su bastón, que parecía estar revisando algunas adquisiciones nuevas para vender en la casa de subastas del mercado negro.
—¿Qué conseguimos? —preguntó la Señora Goya.
—Un sombrero, unas llaves antiguas, una caja salvaje con algunas cosas del campo de batalla, algunas monturas y unas ropas para dormir apenas usadas.
La Señora Goya estaba quieta, pensativa.
Garronero se dio cuenta de que esos objetos les resultaban conocidos. Esas llaves antiguas solían colgar de su llavero, pero las había perdido hace unos años. La ropa de dormir también le resultó familiar, pero el sombrero... el sombrero es lo que realmente le llamó la atención.
—Espíritu, ¿es ese mi sombrero? ¡Alguien se robó mi sombrero! ¿Fue un pícaro? Odio a los pícaros. Demasiado... cortantes. ¡Exijo que se me devuelva de una vez!
Pero el espíritu seguía suspendido en el aire, mirándolo fijamente. El extraño susurro era perturbador.
—Lo vamos a vender —dijo Goya. —De hecho, ponlo en una de esas cajas 'sin reclamar' que se vendieron tanto. Uno nunca sabe lo que un policía puede buscar en estos días. Además, el viejo Garronero no le va a poder dar ningún uso donde está.
Si Garronero hubiera podido seguir percibiendo el frío, hubiera sentido un escalofrío tan intenso que le llegaría al alma... ¡no como a ti! ¡Abriga tu alma con otro producto fino de Pastos de Bosquehumeante, el orgullo de los patrocinadores del Festival de invierno!
¡Lleva un gatito de ceniza saludando a casa para las fiestas! Le va a dar calor a tu corazón y seguramente a tu hogar también, pero no te preocupes, hay un seguro para eso. Consigue este pequeño canalla fogoso ahora y entibia los corazones de todos los que te rodean en este Festival de invierno.
Volviendo a Garronero, obviamente tenía más preguntas para el espíritu, pero no se sentía con ánimos de conversar.
Garronero no se sentía satisfecho con lo que había visto ese día. Lamentablemente, parecía que nuestro último espíritu tenía problemas para transmitir la lección más importante para estas fiestas: "Pastos de Bosquehumeante, ¡compra algunos o a otra cosa!" Creemos que tiene una sorpresa. Espera a sentir el tintineo. ¡Te va a encantar!
Una vez más, la escena en torno a Garronero cambió; ahora, en lugar de la casa de subastas, se encontraba en un cementerio. —Espíritu —dijo. —¿Qué hacemos aquí? Estoy olvidado, no puedo morirme más de lo que estoy. ¿Qué pobre tonto hay aquí?
Observó al espíritu, tenía la mirada fija, un escalofriante susurro rondaba en el aire. Garronero enseguida se dio cuenta de que iba a tener que encontrar la respuesta por sí solo, por lo que empezó a deambular hasta que encontró una tumba con un nombre familiar y leyó el epitafio.
"Aquí yace Bob Gran Corazón... su corazón era tan grande que un ogro se lo comió. Que los restos descansen en pequeñas y deliciosas partes".
Garronero sacudió la cabeza. Su rostro tenía más una expresión de repulsión que de tristeza. —Ugh... Flaqueando una vez más. No hay de qué preocuparse, lo voy a reanimar para que pueda volver a trabajar enseguida.
Se volvió hacia el ángel de la resurrección. Si se suponía que esto fuera una especie de lección, no cumplió su objetivo.
—Escucha, ¿así va a ser toda la noche? —preguntó, seguro de que no iba a obtener ninguna respuesta.
Como era de esperar, la única respuesta fue más de ese escalofriante susurro. Garronero decidió seguir deambulando un poco más por el cementerio y se topó con una imagen más que peculiar: un indicador de tumba con su nombre y un agujero en el suelo del tamaño de un ataúd.
—¿Se supone que esto debería asustarme? ¿No indagaste nada acerca de mí antes de aparecer?
Miró en el agujero y vio piezas de oro sin brillo y etiquetas de Pastos de Bosquehumeante deterioradas en torno a algo que parecía su propio cuerpo, un poco inanimado.
—Espera, ¿cómo puede ser que esté muerto? ¿Existe algo así como muerto-muerto? ¿Remuerto? No tiene ningún sentido. ¿Y qué pasó con todo mi preciado oro? ¿Por qué mi cuerpo está cubierto de etiquetas de Pastos de Bosquehumeante? ¡¿Por qué me tomo la molestia de hacerte preguntas que claramente nunca me vas a contestar?!
Sus preguntas solo obtuvieron un sonido y color escalofriantes como respuesta, y una vez más se encontraba en su habitación.
Esperamos no haberte asustado tanto esta vez. Ese ángel de la resurrección es una dama siniestra. ¡Únete a nosotros en la mañana del festival de invierno para que podamos completar esta historia mientras abres los regalos del Gran Padre Invierno!
Parte 5[ | ]
Saludos a todos y que su festival de invierno sea glorioso, esté repleto de regalos del Gran Padre Invierno y de delicias marca Pastos de Bosquehumeante. Soy su narrador, Guchie Calderilla y ha sido un verdadero placer para ustedes tenerme a mí para contarles la historia del renegado financiero Ebonizador Garronero. Ahora que el último de los espíritus ha visitado, es tiempo de ver si Garronero ha tenido un cambio de corazón.
Garronero aún estaba un poco mareado como producto de estar siendo llevado a través del tiempo y espacio de la manera que había sucedido esta noche. Si algo estaba tembloroso y agitado, definitivamente era él. Se sentó en una esquina de su cama y miró fijamente sus hermosos montones de oro antes puro — ahora dispersos a través de su cama y piso.
“Bueno, eso fue una pérdida de tiempo,” se dijo a sí mismo.
El reloj en su cuarto comenzó a repicar, marcaba las cuatro de la madrugada. Era demasiado temprano para que el estuviera andando. No porque estaba perdiendo sueño, era simplemente una cuestión de principios. Financieros decentes no andan corriendo de lado a lado a todas horas del día y la noche. Seguramente él podía darle fin a todo este podrido asunto y seguir con su vida. Estaba seguro de que debía existir alguna lección en lo que los espíritus le habían mostrado, pero además de una estrategia comercial de Pastos de Bosquehumeante y un pájaro llamado “Pepe”, no estaba seguro de que era. Se sentó y reflexionó.
Y reflexionó.
Y reflexionó.
Finalmente, la comezón de una idea comenzó a tomar forma en su mente. Al menos, lo que él pensó era una idea. Había sido desparasitado hace poco tiempo así que no pensaba que fuera eso nuevamente.
“¡Esta bien! ¡Ustedes ganan!” Grito al aire.
Nosotros en Pastos de Bosquehumeante estamos bastante seguros que te refieres a nosotros, pero no queremos llenarnos de ilusiones. Aún estamos pagando los costos legales de la última vez que presumimos.
Garronero se apresuró a su ventana y empujó con fuerza intentando aflojar los años de corrosión. Las bisagras gimieron contra sus esfuerzos—¿o acaso provenía ese sonido de él? Era difícil de determinar con estos no-muertos.
Una vez abierto comenzó a escudriñar las calles por una posible víctima.
“¡Tú ahí!” Llamó a una Draenei cerca de un buzón. “Holaaaaa,” llamó nuevamente pero no tuvo respuesta. Parecían estar simplemente mirando al vacío. Curioso.
Divisó un Gnomo cerca y grito a él. “¡Oye tú!”
“¿A quién llamas ‘¡Oye tú!’?” Vino la respuesta del gnomo. “No puedes ir por ahí llamando a la gente ‘¡Oye tú!’ y saliéndose con la suya.”
“Bueno no sé qué más llamarte.”
“Sabes, puedes llamarme Wembly.”
“No sabía que te llamabas Wembly,” contestó Garronero.
“Pues ahora lo sabes. ¿Puedo hacer algo por ti?” Le preguntó el gnomo.
“Sí. Sí, creo que puedes. He tenido una muy mala noche con unos espíritus comerciales.”
Hablando de comerciales—tenemos un último mensaje auspiciado para ti justo en tiempo para llevar a casa todos esos hermosos regalos.
“Oh, sí señor. Conozco el tipo. Tomaron a mi tío Willemm más o menos este mismo tiempo el año pasado. Esos Pastos de Bosquehumeante sí que son persistentes, ¿no?”
“Ehh… sí. Sí, lo son. Así que mira, en verdad no quiero tener que hacer nada yo mismo y solo quiero acabar con esto. ¿Te puedo dar un poco de oro para que compres todo lo de su catálogo—dos veces? No, espera… Compra todo 12 veces. Vas a necesitar entregar una porción a mi sobrino y otra a Bob Corazóngrande.”
“Oh sí, conozco a ese,” contesto el gnomo. “Un enano que adoptó un ogro. Todavía estoy esperando que se lo coma un día de estos.”
“Si, bueno estoy tratando de evitar eso,” gruñó Garronero a medida que tiraba un gran saco de oro al gnomo. Wembly lo hubiese agarrado si no hubiese sido que intento usar su cabeza. Por unos momentos permaneció tirado pero los gnomos son criaturas de cabeza dura y pronto estaba de pie.
“Llévese un poco de queso y salchichas para su familia, y el resto lo puedes repartir con quien lo desee” dijo Garronero. “Sólo asegúrese de que estén anotados en el catálogo de Pastos de Bosquehumeante. No quiero pasar por todo esto otra vez el año que viene”.
“Er . . . No sé bien qué decir" respondió el gnomo, con el corazón lleno de gratitud y con ganas de tirar una torta en la cara de Garronero..
“Sí, sí, Feliz Festival de Invierno" dijo Garronero. Y empezó a cerrar la ventana, mientras parecía escuchar campanitas tocando un futuro clásico de las fiestas “Compraaa algooo” decían sus voces angelicales “¡O nooooo!”
Nuestra historia ha concluido y nuestro mensaje ha llegado a Garronero a pesar de nuestros bajos costos de producción. Luego de más negociaciones y un contrato legal con Pastos de Bosquehumeante para la compra de 12 catálogos cada año, me alegre decir que Ebonizador Garronero es un no-muerto nuevo. Nunca más amasará todos los deliciosos Pasteles de macedonia y carne de Graccu para sí mismo, sino que los compartirá con los menos afortunados… Si sabe lo que le conviene.
Esperamos que hayan disfrutado nuestra historia y que también hayan venido a apreciar Pastos de Bosquehumeante. No olviden que el Gran Padre Invierno nos ha dejado regalos debajo de los árboles, así que busca el tuyo y que el resto de tu Festival de Invierno sea uno lleno de ganancias.