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Sin embargo los elfos no eran los únicos interesados en acabar con la amenaza de la Legión, Malfurion observó que las razas autóctonas de Azeroth peleaban con garra contra los muertos vivientes lo que llevó a considerar que quizás podría formarse una alianza de razas para la guerra que se avecinaba. Sin embargo Tyrande se opuso a la idea aduciendo que las razas mortales se merecían lo que les deparara el destino por haber matado a [[Cenarius]] - que había perdido la vida a manos de [[Grom Hellscream]] en un asalto de los orcos del Clan Warsong a Vallefresno.
 
Sin embargo los elfos no eran los únicos interesados en acabar con la amenaza de la Legión, Malfurion observó que las razas autóctonas de Azeroth peleaban con garra contra los muertos vivientes lo que llevó a considerar que quizás podría formarse una alianza de razas para la guerra que se avecinaba. Sin embargo Tyrande se opuso a la idea aduciendo que las razas mortales se merecían lo que les deparara el destino por haber matado a [[Cenarius]] - que había perdido la vida a manos de [[Grom Hellscream]] en un asalto de los orcos del Clan Warsong a Vallefresno.
   
Sin embargo, camino de despertar a los druidas de [[Cuna del Invierno]] descubrieron que algunas de las razas de Azeroth también habrían caído bajo la influencia de las fuerzas oscuras y habían perdido cualquier vestigio de diplomacia. Tyrande encontró un grupo de [[furbolg]]s, a los que había tratado de ayudar en Vallefresno, y que se encontraban ahora corrompidos por las fuerzas de la oscuridad por lo que tuvieron que matarlos para poder continuar. Además lucharon contra muertos vivientes, y pasaron junto a refriegas de orcos contra humanos. Finalmente llegaron a los túmulos donde dormían los druidas conocidos como los [[Druidas de la Garfa]], donde Malfurion hizo sonar el cuerno de Cenarius para despertarlos. Los druidas aceptaron ayudarle tras rogarle que despertara también a los druidas del Monte Hyjal conocidos como los [[Druidas de la Zarpa]].
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Sin embargo, camino de despertar a los druidas de [[Cuna del Invierno]] descubrieron que algunas de las razas de Azeroth también habrían caído bajo la influencia de las fuerzas oscuras y habían perdido cualquier vestigio de diplomacia. Tyrande encontró un grupo de [[furbolg]]s, a los que había tratado de ayudar en Vallefresno, y que se encontraban ahora corrompidos por las fuerzas de la oscuridad por lo que tuvieron que matarlos para poder continuar. Además lucharon contra muertos vivientes, y pasaron junto a refriegas de orcos contra humanos. Finalmente llegaron a los túmulos donde dormían los druidas conocidos como los [[Druidas de la Garra]], donde Malfurion hizo sonar el cuerno de Cenarius para despertarlos. Los druidas aceptaron ayudarle tras rogarle que despertara también a los druidas del Monte Hyjal conocidos como los [[Druidas de la Zarpa]].
   
 
Al entrar en las cavernas de las montañas que dan acceso a Hyjal, Malfurion y Tyrande descubrieron gigantescas arañas y otras criaturas que habían mutado y se habían corrompido incluso allí, en el santuario de Hyjal. Pronto se toparon con una puerta que comunicaba con las salas donde se encontraba preso el traidor de [[Illidan]]. El druida siguió adelante y se encontró con una desagradable sorpresa; los druidas que se disponía a despertar se habían olvidado de quienes eran y vagaban en su forma feral de oso en lugar de su aspecto humanoide de elfos de la noche. Sus mentes eran ahora idénticas a la de esos osos, haciendo imposible que se pudiera razonar con ellos. Sin embargo, gracias al Cuerno de Cenarius, Malfurion los liberó de su estado y los Druidas de la Zarpa recuperaron la consciencia, aceptando de buen grado participar en la batalla contra la Legión.
 
Al entrar en las cavernas de las montañas que dan acceso a Hyjal, Malfurion y Tyrande descubrieron gigantescas arañas y otras criaturas que habían mutado y se habían corrompido incluso allí, en el santuario de Hyjal. Pronto se toparon con una puerta que comunicaba con las salas donde se encontraba preso el traidor de [[Illidan]]. El druida siguió adelante y se encontró con una desagradable sorpresa; los druidas que se disponía a despertar se habían olvidado de quienes eran y vagaban en su forma feral de oso en lugar de su aspecto humanoide de elfos de la noche. Sus mentes eran ahora idénticas a la de esos osos, haciendo imposible que se pudiera razonar con ellos. Sin embargo, gracias al Cuerno de Cenarius, Malfurion los liberó de su estado y los Druidas de la Zarpa recuperaron la consciencia, aceptando de buen grado participar en la batalla contra la Legión.
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