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Para la habilidad del paladín, véase Luz Sagrada.
Archivo:The Light .jpg

El Vindicador Maraad empuñando la luz durante el trailer cinemático de The Burning Crusade.

Nadie se lo merece... es pura y simple gracia divina... Somos indignos de ella por naturaleza... pero la Luz nos ama de todos modos.
Uther el Iluminado a Arthas Menethil[1]

La Luz (también conocida como Luz Sagrada,[1][2][3] Luz Sagrada de Creación[4] y Luz de la Creación[5]) es una fuerza cósmica, un interminable y reluciente mar de energía que existe más allá de la frontera de la realidad y una de las fuerzas más primigenias de la existencia. A pesar de su naturaleza inherentemente antagónica, no puede existir sin el Vacío pues están ligados a escala cósmica.[6] La Luz no necesariamente es "buena", se trata de una fuerza cuya moralidad se caracteriza por la forma en que se la maneja.[7]

La luz pura no existe en el universo físico pero se deja notar manifestándose como magia sagrada.[6] Existe desde antes del inicio de la vida en el cosmos.[8] Portar los poderes de la Luz es más una cuestión de fuerza de voluntad o fe en las propias habilidades de cada uno,[9] los cuales pueden ser aprovechados para sanar, purificar, proteger o causar daño. La mayoría de sus facultativos reciben el nombre de sacerdotes o paladines, creyentes y devotos en la purificación del universo de la oscuridad.[10] El aprender a empuñar esta fuerza sanadora lleva años de disciplina.[11]

Sus energías positivas[12] se encuentran en todo ser vivo, en todo corazón y alma, en todas partes pues es la energía que une a todos los seres conscientes como si fueran uno solo.[2] Los naaru, seres enigmáticos aunque benevolentes están hechos de energía sagrada consciente y con toda probabilidad, son las expresión más pura de la luz en el universo. Estas criaturas enseñaron el uso de la luz a los draenei y a otras razas iluminadas, sin embargo otros han llegado a estudiarla y practicarla por su propia cuenta..[10]

La luz no puede ver completamente el destino, aunque tampoco el Vacío, ya que ninguno de los dos es particularmente responsable de la creación. La Luz busca un único camino y descarta los demás por falsos.[13]

Orígenes y características

Antes del inicio de la vida, antes incluso de que el cosmos tomara forma, existía la Luz... y existía el Vacío. Libre de las restricciones del tiempo y el espacio, la Luz se extendía por toda la existencia con la forma de un infinito océano prismático. Grandes torrentes de energía viviente se desbordaban por sus profundidades refractarias con movimientos que conjuraban sinfonías de felicidad y esperanza.

El océano de la Luz era dinámico y siempre cambiante. Pero al expandirse, algunas de sus energías se desvanecían o se apagaban, dejando tras de sí reductos de fría nada. De la ausencia de la Luz en estos espacios se gestó un nuevo poder a la existencia: el Vacío, el cual pronto creció y expandió su influencia, enfrentándose a las ondulantes oleadas de la Luz. La creciente tensión entre estas dos energías opuestas pero irremediablemente inseparables generó una serie de catastróficas explosiones que desgarraron el tejido de la realidad y dieron a luz al universo físico.

El cataclísmico nacimiento del cosmos también diseminó fragmentos de Luz por toda la realidad. Dichos fragmentos insuflaron la materia de miríadas de mundos con la chispa de la vida, creando criaturas de una maravillosa y terrible diversidad. Las formas de vida más comunes en aparecer fueron los espíritus elementales. De forma ocasional, unas nubes de Luz fracturada se reunían y daban forma a seres de mayor poder y potencial muy superior. Entre ellos encontraban los naaru.

Las energías más inestables creadas por las explosiones cósmicas se fusionaron en una dimensión astral conocida como El Vacío Abisal.[8]

Apariencia

Referencias

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