Pequeños, audaces y peligrosamente inventivos. Los gnomos de Gnomeregan sienten pasion por la ingeniería y son quienes dotaron a la Alianza de máquinas de guerra.
Los gnomos, una raza astuta, valerosa y a menudo excéntrica, representan una paradoja única entre las razas civilizadas de Azeroth. Esta raza de inventores brillantes con una irreprimible disposición para la alegría ha sufrido el azote de la traición, el desplazamiento y casi el genocidio. Su impresionante optimismo ante tales calamidades simboliza el auténtico espíritu inquebrantable de los gnomos.
Los gnomos han dejado su marca en Azeroth mediante la aplicación de la inteligencia colectiva y de la ambición, haciendo sombra incluso a sus colegas de mayor tamaño. Los gnomos son mecánicos, ingenieros y técnicos de renombre, valorados por su conocimiento de la faceta científica del mundo, y por su capacidad para transformar ese conocimiento en sorprendentes herramientas, vehículos, armaduras y armas.
Se conoce muy poco de la historia de los gnomos previa a la Segunda Guerra, ni siquiera los propios gnomos la conocen. La filosofía gnoma se centra principalmente en el pensamiento hacia el futuro y en los conceptos ingeniosos; nunca se ha detenido demasiado en la Historia o en los asuntos que no estén relacionados con la ciencia. Sin embargo, ciertos descubrimientos recientes han desvelado pruebas de la existencia de mecagnomos prehistóricos creados por los titanes para ayudar a dar forma a las tierras de Azeroth. Como muchas de las creaciones de los titanes, estos ayudantes sufrieron la maldición de la carne, y se convirtieron en lo que se conoce hoy en día como la raza gnoma.
Pero los gnomos no fueron reconocidos como una raza valiosa e importante hasta siglos más tarde, cuando los enanos los descubrieron. Los enanos quedaron impresionados ante el ingenio y la velocidad de sus “parientes” menores (ya que ellos también fueron creados por los titanes y sufrieron la misma maldición); y ayudaron a los gnomos a construir una capital, Gnomeregan, a los pies de las colinas de Dun Morogh cerca de la propia capital de los enanos, Forjaz. Desde su asombrosa ciudad tecnológica, los gnomos proporcionaron un apoyo inestimable en el suministro de armas, vehículos y tropas energéticas a la Alianza formada por enanos, humanos y elfos nobles.
Pero sorprendentemente, tras la invasión de la Legión Ardiente, los gnomos se negaron a enviar ayuda a sus aliados. La Alianza no descubrió los motivos de la retirada de los gnomos hasta que la guerra ya había terminado. En la época de la Tercera Guerra, una antigua amenaza surgió de las entrañas de Azeroth para golpear en Gnomeregan. Como sabían que la prioridad de sus aliados era derrotar a la Legión Ardiente, los gnomos decidieron enfrentarse a ella solos. A pesar de que lucharon con valentía para salvar su amada ciudad, perdieron Gnomeregan.
La mayoría de las razas gnomas fueron erradicadas durante la caída de Gnomeregan; muchos aseguran que en aquellos días horrendos murieron hasta el 80% de los gnomos. Los pocos supervivientes que quedaron, huyeron a la vecina Forjaz. Allí fueron recuperando fuerzas discretamente, curándose de sus heridas y preparándose para retomar el control de su asolada ciudad.
Justo antes del cataclismo, el líder de los gnomos, el Manitas Mayor Gelbin Mekkatorque, lideró un ataque contra los invasores de Gnomeregan. Esta primera maniobra tuvo éxito, pero tendrá que derramarse mucha más sangre antes de conseguir la liberación completa de toda la tierra gnoma.
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