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En la nueva costa del destruido continente, dos cuerpos yacen inconscientes sobre la arena. Tyrande lentamente despierta, aún aturdida por la terrible explosión del Pozo de la Eternidad. Sobresaltada por la imagen de la muerte de su amado, se abalanza sobre el cuerpo de Malfurion quien, agotado por la lucha, se halla a su lado. Por la gracia de Elune habían sido salvados de la hecatombre. Sobre uno de los riscos de la costa, el semidios Cenarius le sonreía a la sorprendida sacerdotisa, quien aún no comprendía que su poderoso amigo les había rescatado de una muerte segura.
Mientras los temblores de la implosión del pozo hacían vibrar los pilares del mundo, los mares se apresuraron a llenar el vacío que había quedado en la tierra. Casi un ochenta por ciento de la tierra de Kalimdor había sido desintegrado: lo único que quedó fue un puñado de continentes dispersos que rodeaban el nuevo mar rugiente. En el centro del nuevo mar, donde antiguamente se encontraba el Pozo de la Eternidad, se erigía una tumultuosa tempestad de caótica energía mareomotriz. La gran cicatriz conocida como Maelstrom nunca estaría en calma. Se convirtió en el recordatorio constante de la terrible catástrofe y de la era utópica que se había perdido para siempre…
 
   
Los pocos elfos nocturnos que sobrevivieron a la horrible explosión, se agruparon de forma rudimentaria y consiguieron llegar a la única masa de tierra a la vista. De alguna manera, por la gracia de Elune, Furion, Tyrande y Cenarius habían sobrevivido a la Gran Caída. Los cansados héroes accedieron a liderar a los pocos sobrevivientes que habían quedado y establecieron un nuevo hogar para su gente. Mientras viajaban en silencio, observaron las ruinas de su mundo y pensaron que sus pasiones habían sido la causa de su destrucción. Aunque Sargeras y su Legión habían desaparecido del mundo con la destrucción del pozo, Furion y sus compañeros se dieron cuenta del elevado coste de la victoria.
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Los pocos elfos nocturnos que habían sobrevivido a la horrible explosión se habían reunido cerca de la costa. Los agotados héroes decidieron guiar a sus compañeros sobrevivientes para establecer un nuevo hogar para su pueblo. Aunque Sargeras y la Legión habían sido desterrados del mundo por la destrucción del Pozo, Malfurion y los suyos observaron el terrible costo de la victoria.
   
Azshara y sus nobles seguidores estaban muertos en el fondo del colérico mar. Sin embargo, entre los supervivientes había muchos nobles que consiguieron llegar a la nueva tierra. Si bien Furion no confiaba en el motivo de los nobles, estaba convencido de estos que no podrían causar daño alguno sin las energías del pozo.
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Entonces se dieron cuenta de que muchos de los Bien Nacidos habían sobrevivido al cataclismo. Ellos hicieron su camino por las riberas de la nueva tierra con los otros elfos nocturnos. Aunque Malfurion desconfiaba de las motivaciones de los Bien Nacidos, estaba seguro de que no serían una amenaza sin las energías del Pozo.
   
Los cansados elfos nocturnos llegaron a la nueva tierra y descubrieron que el monte sagrado, Hyjal, había sobrevivido a la catástrofe. Buscando un lugar para establecer su hogar, Furion y los elfos nocturnos escalaron las paredes del Hyjal y llegaron hasta su cumbre azotada por el viento. Mientras descendían hacia la boscosa hondonada, enclavada entre los enormes picos de la montaña, descubrieron un peque-ño y tranquilo lago. Para su consternación, descubrieron que las aguas del lago habían sido contaminadas... por la magia.
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Para alegría de los elfos nocturnos, descubrieron que la montaña sagrada, Hyjal, había sobrevivido a la catástrofe. Buscando establecer un nuevo hogar para ellos mismos, Malfurion y los elfos nocturnos escalaron las faldas de Hyjal, hasta el valle allende el monte. Al descender al valle, entre los enormes picos de la montaña, encontraron un pequeño y tranquilo lago. En ese momento, uno de los Bien Nacidos se lanzó sobre las aguas con alegría indescriptible. Para horror de todos, las aguas del lago rebozaban de magia.
   
Illidan, que también había sobrevivido a la Caída, había llegado a la cumbre del Hyjal mucho antes que Furion y los elfos nocturnos. En su loco intento por mantener las corrientes de la magia en el mundo, Illidan había vertido los frascos que contenían las aguas del pozo de la Eternidad en el lago del monte. Rápidamente las potentes energías del pozo se inflamaron y se fusionaron en un nuevo Pozo de la
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Illidan, que había sobrevivido al Ocaso, había llegado a Hyjal mucho antes que Malfurion y los elfos. En su locura por mantener fluyendo la magia en el mundo, Illidan había vaciado sus frascos con las preciosas aguas del Pozo de la Eternidad, en el lago de la montaña. Las potentes energías del agua rápidamente había formado un nuevo Pozo de la Eternidad. El exultante Illidan, creyendo que su nuevo Pozo era una ofrenda para las futuras generaciones, se vio contrariado cuando Malfurion le lanzó sobre el suelo. Malfurion le dijo a su hermano que la magia era innatamente caótica y que su uso inevitablemente llevaría a la corrupción y el sufrimiento. Sin embargo, Illidan se negó a abandonar sus poderes mágicos, y una vez más, el conflicto surgió entre los gemelos.
Eternidad. Illidan, exultante, creía que el nuevo pozo era un regalo para las futuras generaciones y se asombró cuando Furion fue a por él. Furion le explicó a su hermano que la naturaleza de la magia era caótica y que su uso traería inevitablemente corrupción y conflictos. Sin embargo, Illidan no quería renunciar a sus poderes mágicos.
 
   
Como sabía perfectamente qué traerían los traicioneros poderes de Illidan, Furion decidió enfrentarse a su enloquecido hermano de una vez por todas. Con la ayuda de Cenarius, Furion encerró a Illidan en una gran sala bajo la tierra, para dejarle encadenado y sin poderes durante toda la eternidad. Temiendo que la destrucción del nuevo pozo trajese consigo una catástrofe mayor aún, los elfos nocturnos decidieron dejarlo como estaba. Sin embargo, Furion declaró la orden de que nunca se volvería a practicar magia. Bajo la vigilancia de Cenarius, comenzaron a estudiar las antiguas artes druídicas que les permitirían curar a la torturada tierra y hacer renacer sus amados bosques en la base del monte Hyjal.
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Sabiendo que la tendencia de Illidan a irrespetar los esquemas lo llevaría a romper las reglas, Malfurion decidió acabar de una vez por todas con la locura de poder de su hermano. Con la ayuda de Cenarius, Malfurion encerró a Illidan en una basta prisión bajo la superficie, las Tálamos Profundos, donde su apetito de poder se consumiría hasta el final de los tiempos. Para asegurar la prisión de su hermano, Malfurion encargó a una joven Guardiana, Maiev Shadowsong, para ser la carcelera personal de Illidan. Cenarius, a su vez, encomendó a uno de sus hijos, Califax el Guardián del Bosque, de asistir a la Guardiana en la custodia de Illidan durante las edades por venir.
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Considerando que la destrucción del nuevo Pozo podría provocar una nueva catástrofe, los elfos nocturnos resolvieron no tocarlo. Sin embargo, Malfurion declaró que nadie volvería nunca a practicar de nuevo las artes mágicas. Bajo el ojo vigilante de Cenarius, los elfos comenzaron a estudiar las antiguas artes del druidismo con el propósito de sanar la tierra y hacer crecer de nuevo sus amados bosques en las faldas del monte Hyjal.
 
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