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Chamanpaladin

Chamanes y Paladines son dos pequeños fragmentos de la Historia de Warcraft aparecidos en 2006 en la página web de la expansión TBC[1] aclarando algunos aspectos sobre las nuevas clases de la Alianza y la Horda de manos de sus dos nuevas razas: los draenei y los elfos de sangre.

Según la propia información oficial:

Según se va acercando el lanzamiento de World of Warcraft: the Burning Crusade, se van revelando algunos secretos que envuelven a los Draenei y a los Elfos de Sangre. En la próxima expansión, los jugadores podrán finalmente elegir clases que no estaban disponibles para su facción con anterioridad. Los Elfos de Sangre han dominado la fuerza de la Luz para sus propósitos, apoyando a la Horda con renegados paladines elfos de Sangre. Mientras tanto, a los Draenei se les ha otorgado la sabiduría y la fuerza de los elementos, y algunos de los nuevos miembros de la Alianza siguen ahora el camino del chamán. Lee y aprende más sobre las nuevas combinaciones de clases a disposición de los jugadores de World of Warcraft: The Burning Crusade.


Draenei chamanes: La visión de Velen[ | ]

En los últimos años, Velen, el noble líder de los Draenei, has tenido una visión...

En ella veía a los tábidos, que en otra época habían sido saludables Draenei que habían involucionado durante la sangrienta cruzada de los orcos para eliminar la raza Draenei. Según la visión de Velen, los Tábidos volverían de nuevo al poder y ayudarían a sus hermanos desplazados.

La visión de velen tomó forma en el cuerpo de Nobundo, el que una vez fuera vindicador draenei y que había regresado mientras los orcos diezmaban su raza y destruían el planeta. Como sus compañeros Tábidos, Nobundo había perdido contacto con la Luz, por lo que se aventuró en los desiertos de Terrallende para meditar y rezar en busca de consejo.

Tras décadas de silencio, una voz desconocida respondió por fin a sus plegarias. No era la Luz quien le susurraba, sino el viento. La brisa le hablaba de verdades perdidas, del poder de los elementos… del delicado equilibrio de poder que albergan los chamanes.

Nobundo escuchó atentamente y aprendió todo lo que pudo. Cuando consideró que era el momento adecuado, abandonó el desierto, decidido a usar su conocimiento para ayudar a la raza draenei. Sin embargo, la mayoría de los refugiados draenei acogieron la llegada del Tábido con escepticismo y prejuicios. Tan solo uno de los Draenei sanos no rechazó al Tábido: el sabio y perceptivo Velen.

Velen había oído hablar de la filosofía de los chamanes con anterioridad, pero Nobundo le reveló nuevas verdades. Los elementos eran eternos, se extendían por todo el cosmos para habitar todos los mundos que tocaban. Con el entrenamiento adecuado, los Draenei podían aprender a usar esta ignorada y aparentemente inacabable fuente de poder.

A Velen le alegro que su visión fuera a convertirse en realidad. Por esa razón, llevó a Nobundo consigo cuando junto con sus compañeros arrebató la estructura satélite naaru de Exodar a los Elfos de Sangre. Fue así como Nobundo viajó con los Draenei al mundo de Azeroth.

Nobundo descubrió que, al contrario de las desoladas tierras de Terrallende, Azeroth poseía abundantes energías elementales. Compartió sus conocimientos de chamanismo con los draenei de Azeroth, y a todos los que quisieron seguir este camino.

Se acerca el momento en el que los chamanes draenei se probarán a si mismos; una vez más se acerca el momento de la batalla contra los Draenei. Y no sólo peligra el futuro de Azeroth, sino el de todos los mundos...

Elfos de Sangre paladines: El robo de la Luz[ | ]

El príncipe Kael’thas Sunstrider y sus elfos de Sangre esperaron hasta que el recién llegado naaru saliera de Tempest Keep. Le importaba poco lo que el naaru quisiera conseguir en aquel mundo desolado; era Tempest Keep lo que le interesaba. A una señal del príncipe, los elfos asaltaron la fortaleza dimensional, derrotando rápidamente sus defensas automatizadas y capturando sus estructuras satélites. La única amenaza real que descubrieron los elfos fue un solitario naaru que se había quedado atrás para mantener las defensas del castillo. No sin dificultad, Kael’thas logró dominar al ser de energía y lo envió a Quel’Thalas para que los Elfos de Sangre, adictos a la magia, pudieran alimentarse de ella.

Al volver a Lunargenta, su capital, el Magíster Astalor Bloodsworn no estaba contento con esta idea. Tras largos meses de estudio y experimentación, él y sus compañeros magos aprendieron a manipular y corromper las energías luminosas del naaru. Finalmente, los magos lograron crear un proceso por el que los poderes de la Luz podían transferirse a receptores que no habían ganado tales habilidades. En lugar de alimentarse de la magia del naaru, los Elfos de Sangre podrían usar ellos mismos los poderes que la Luz había otorgado a los naaru.

Lady Liadrin, Antigua sacerdotisa, había renunciado a sus votos recientemente, puesto que sentía que la Luz había abandonado a su pueblo. Supo de los logros de los magos, y se presentó voluntaria para ser la primera en someter a su voluntad los poderes robados. A decisión suya, se formó una nueva orden: los Caballeros de Sangre. Estos paladines renegados pueden dominar los poderes secretos de los más nobles héroes de la Alianza.

La mayoría de los miembros de los Caballeros de Sangre formaron parte de la Guardia Real en el pasado, orgullosos defensores de la alta sociedad elfa, que pensaban que la Luz les había fallado en el momento en el que más la necesitaban. Para ellos, apropiarse de los poderes del naaru cautivo no es más que merecida justicia.

Aunque el Jefe de la Guerra Thrall y el Jefe Cairne Pezuña de Sangre se opusieron abiertamente a los métodos de los Elfos de Sangre, reconocieron el valor estratégico de los Caballeros de Sangre. Sin duda, debieron influir en la decisión final de la Horda de ofrecer a los elfos de Sangre que se unieran a ellos.

Los paladines elfos de Sangre ponto ganaron confianza en las habilidades que había tomado prestadas. Sin embargo, y como puede confirmar hasta el mago más inexperto, cuando las fuerzas poderosas son manipuladas contra el propósito para el que fueron concebidas...

...las consecuencias pueden ser peligrosas.

Referencias[ | ]

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