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'''''A la sombra del Sol''''' es una historia corta escrita por '''Sarah Pine''' y publicada en Enero de 2012 en la página oficial de World of Warcraft. Está centrada en la figura de [[Lor'themar Theron]], señor regente de [[Quel'Thalas]]. |
'''''A la sombra del Sol''''' es una historia corta escrita por '''Sarah Pine''' y publicada en Enero de 2012 en la página oficial de World of Warcraft. Está centrada en la figura de [[Lor'themar Theron]], señor regente de [[Quel'Thalas]]. |
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Originalmente, fue una historia que ganó un concurso para fans a principios de 2011, cuyo premio era la publicación en la página web de Blizzard. La historia original fue ligeramente cambiada para adaptarse al lore oficial. |
Originalmente, fue una historia que ganó un concurso para fans a principios de 2011, cuyo premio era la publicación en la página web de Blizzard. La historia original fue ligeramente cambiada para adaptarse al lore oficial. |
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− | ==Argumento== |
+ | == Argumento == |
La ciudad de Lunargenta recibe a un visitante del Kirin Tor, el archimago Aethas Atracasol. Aethas pide ayuda a los elfos de sangre para los conflictos que azotan Rasganorte, la [[Guerra del Nexo]] y la [[Guerra contra el Rey Exánime]]. Sin embargo el consejo formado por Lor'themar, Haludron y Rommath no parece muy dispuesto a colaborar con el Kirin Tor, sobre todo del trato mostrado durante la Tercera Guerra. |
La ciudad de Lunargenta recibe a un visitante del Kirin Tor, el archimago Aethas Atracasol. Aethas pide ayuda a los elfos de sangre para los conflictos que azotan Rasganorte, la [[Guerra del Nexo]] y la [[Guerra contra el Rey Exánime]]. Sin embargo el consejo formado por Lor'themar, Haludron y Rommath no parece muy dispuesto a colaborar con el Kirin Tor, sobre todo del trato mostrado durante la Tercera Guerra. |
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− | Mientras Aethas permaneció en Lunargenta como invitado, Lor'themar se dirigió al Refugio Quel'Lithien en las Tierras de la Pesta para hablar con el forestal Lanzalcón y la suma sacerdotisa Clamacielos. A pesar de sus diferencias, Lor'themar les puso al corriente de los últimos acontecimientos acaecidos en la [[Fuente del Sol]], |
+ | Mientras Aethas permaneció en Lunargenta como invitado, Lor'themar se dirigió al [[Refugio Quel'Lithien]] en las Tierras de la Pesta para hablar con el forestal Lanzalcón y la suma sacerdotisa Clamacielos. A pesar de sus diferencias, Lor'themar les puso al corriente de los últimos acontecimientos acaecidos en la [[Fuente del Sol]], con la muerte de [[Kael'thas]]. Los intentos por reconciliarse con los elfos nobles tras la expulsión de éstos de las Tierras Fantasma y los ataques que habían sufrido por parte de las tropas de Sylvanas fueron infructuosos y Lor'themar abandonó las Tierras de la Peste para regresar a Quel'Thalas donde informó a Halduron, Rommath y Aethas de lo sucedido. |
+ | Ya en privado, Lor'themar le contó a Halduron que el ataque que tuvo lugar en Quel'Lithien estuvo dirigido por [[Nathanos Marris]], el único forestal humano de los Errantes, que buscaba su registro de ingreso en la orden de forestales. Nethanos ahora servía a Sylvanas por lo que ambos elfos se preguntaron si la reina de los Renegados estaría al tanto del ataque. Pronto descubrirían la respuesta puesto que un mensajero anunció a Lor'themar que Sylvanas acababa de llegar a Lunargenta. |
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+ | Sylvanas se había presentado para informar a Lor'themar del ataque que había sufrido Orgrimmar a manos del ejército de Arthas, a lo que la Horda iba a responder enviando un contingente a Rasganorte. Del mismo modo que Aethas le había pedido ayuda para el Kirin Tor, Sylvanas le exigió el envío de magos, caballeros de sangre y forestales. Bajo la amenaza de retirar todo el apoyo que los Renegados le daban a los elfos de sangre, el regente de Quel'thalas no tuvo más remedio que aceptar las exigencias de Sylvanas. La humillación de Lor'themar fue presenciada por Aethas que comprobó cómo la negativa que había recibido z su llegada a Lunargenta ahora se transformaba en un apoyo sin condiciones para la Horda. |
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+ | La decisión de Lor'themas también causó cierta polémica alguno de sus consejeros como Rommath. En el fondo, Lor'themar comprendió que el líder de los sin'dorei debía atar su voluntad a otros si quería asegurar la superviviencia de Quel'thalas, alqo que ya hicieron en el pasado Kael'thas y Anasterian. Al ver las ruinas del Bancal del Magister donde Kael'thas había muerto hacía poco, Lor'themar se preguntó si, de seguir obedeciendo las órdenes de otros líderes, correría la misma suerte que su príncipe. |
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―La magia de La Fuente del Sol ha cambiado ―dijo Lor'themar―. Algunos necesitarán tiempo para adaptarse. |
―La magia de La Fuente del Sol ha cambiado ―dijo Lor'themar―. Algunos necesitarán tiempo para adaptarse. |
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―Algunos, sí. ―Aurora alzó la mano y pareció coger algo que Lor'themar no podía ver, y lo retorció entre los dedos como si se tratase de una larga cinta―. Soy sacerdotisa de la Luz. Conozco esta magia. |
―Algunos, sí. ―Aurora alzó la mano y pareció coger algo que Lor'themar no podía ver, y lo retorció entre los dedos como si se tratase de una larga cinta―. Soy sacerdotisa de la Luz. Conozco esta magia. |
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− | + | ―Fue un gran don ―se escuchó decir a sí mismo Lor'themar. Aurora lo miró de reojo y este comprendió que su falta de convicción no había pasado desapercibida. |
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− | + | ―Si el príncipe está muerto ―dijo Renthar―, ¿qué será de la corona de Quel'Thalas? |
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− | + | ―El propio Kael'thas decretó que Anasterian siempre sería el último rey de Quel'Thalas. Nadie ha reclamado la corona. |
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− | Renthar |
+ | Renthar entornó los ojos. ―¿Y si alguien la reclamase? |
− | + | ―No hay nadie con vida que tenga derecho a ella. |
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− | Renthar lo miró directamente |
+ | Renthar lo miró directamente. Lor'themar le devolvió la mirada con la misma ferocidad. Renthar Lanzalcón podía dudar de él en todo, excepto en esto. |
− | Aurora habló de nuevo. |
+ | Aurora habló de nuevo. ―Supongo que esto es lo que viniste a contarnos. |
+ | ―Sí ―respondió Lor'themar. |
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− | —Sí, —contestó Lor’themar. |
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+ | ―Entonces puedes marcharte cuando quieras ―dijo Renthar. |
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− | —Entonces siéntete en libertad de irte. —Declaró Renthar. |
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− | + | Lor'themar cerró el ojo. ―Hay algo más. ―Esto sería lo más duro. |
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− | + | ―¿Ah, sí? ―dijo Renthar con voz monótona―. ¿Bien? |
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− | + | ―Como los Furia de Sol ha vuelto a nosotros ―empezó Lor'themar―, y nuestra posición en las Tierras Fantasma es más... segura... la situación de los errantes es algo menos precaria. Por lo que ellos, yo, os enviaré suministros regularmente. |
|
− | + | Lor'themar ya se estaba acostumbrado a las burlas de aquellos a los que no podía complacer, por lo que no esperaba que la risa de Renthar se le clavase como un aguijón. Incluso el rostro de Aurora, tan contenido y sereno normalmente, enrojeció con evidente desdén. |
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− | + | ―Llevamos cinco años pudriéndonos aquí. Nos expulsaron de nuestros hogares por orden tuya por negarnos a succionar la magia de los seres vivos, como vampiros. ―Renthar se levantó del asiento y se inclinó sobre la mesa, estremecido de ira―. ¿Y ahora nos quieres ofrecer ayuda? ¿Ahora vienes, después de todo lo que hemos pasado? ¿Después de lo que nos hizo la Horda en nombre de ese bastardo humano que se hacía llamar forestal? ¿Acaso crees que estoy ciego, Lor'themar? Debería matarte. ¡Debería matarte y enviarle tu cabeza a Sylvanas! |
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− | + | A pesar de la violenta reacción de Renthar, Lor'themar se fijó en una sola palabra: forestal. Y no uno cualquiera, uno humano. Lor'themar solo sabía de la existencia de uno. |
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− | + | ―Pensé ―empezó a decir despacio―, que Nathanos Marris no sobrevivió a la Peste. |
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− | Tanto Aurora como Renthar |
+ | Tanto Aurora como Renthar se volvieron despacio hacia él, con expresión fría como figuras de marfil. Por primera vez desde que comenzó esta confrontación, Lor'themar sintió el martilleo de su corazón en los oídos y un nudo en la garganta que le impedía tragar con normalidad. |
Aurora habló primero. |
Aurora habló primero. |
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− | + | ―Así fue ―dijo. |
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− | + | Lor'themar miró fijamente a Aurora. Algo flotaba en el ambiente, como una sombra que acechaba por los rincones de la habitación; descubriría de qué se trataba antes de irse. |
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− | + | ―No se convirtió en un miembro de la Peste ―dijo ella. |
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− | + | ―Sylvanas siempre sintió un extraño orgullo hacia él ―musitó Renthar, mirando hacia otro lado―. No sería tan sorprendente que lo llamase a su servicio antes de que Arthas dominase su voluntad. |
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+ | ―Venimos en nombre del campeón de la Reina alma en pena ―citó―. Eso dijeron al llegar: Tienes algo que le pertenece. ―Renthar volvió a girar el rostro hacia Lor'themar―. Teníamos una copia del registro que detallaba la admisión de Marris en los errantes. Se lo llevaron por la fuerza y mataron a todos los forestales que encontraron en su camino. La Horda, Lor'themar. Incluidos los Renegados. El pueblo de Sylvanas. Tus aliados. |
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+ | Lor'themar no podía hablar. No sabía si le temblaría la voz. |
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− | Renthar se volvió para mirar a Lor’themar una vez más. —Guardamos una copia del registro que detallaba la aceptación de Marris a los Errantes. Lo tomaron por la fuerza y masacraron a cuanto forestal hallaron en su camino. Horda, Lor’themar, incluyendo a los Renegados. La gente de Sylvanas, tus aliados. |
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− | Lor’themar no podía hablar, estaba seguro de que su voz se quebraría. |
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+ | ―Renthar ―comenzó Lor'themar―, a pesar de todas nuestras diferencias, sabes que yo no he... |
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+ | Renthar se echó a reír, y lo interrumpió. |
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− | —Renthar —habló Lor’themar—, pese a nuestras diferencias, sabes que no habría… |
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+ | ―¿Nos envías a este destierro olvidado porque te suponemos un estorbo, y te permites el lujo de escandalizarte ante nuestro sufrimiento? No hay insultos lo bastante envenenados para describirte, Lor'themar. Yo sé de quién provienen las tropas de Tranquillien, Señor regente. Me pregunto a cuántos de tus forestales sin'dorei habrán matado delante de tus propias narices. Enfréntate a la situación como quieras. Yo solo espero que tengas tu merecido. |
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− | Renthar rió, interrumpiéndole. |
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+ | Lor'themar se puso en pie y se giró para marcharse. Lo habían sorprendido con la guardia bajada y los muros que lo rodeaban ya no garantizaban solidez. Vio a Aurora ponerse en pie y mirarlo, con la barbilla alta y desafiante. Ni ella ni Renthar dijeron nada más y parecía que la simple fuerza de su odio lo empujaba fuera de la habitación. |
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− | —Nos envías aquí para ser ignorados, inconvenientes como somos, ¿y luego tienes la desfachatez de sorprenderte cuando sufrimos? No hay insultos lo suficientemente viles como para describirte, Lor’themar. Sé de quién son las tropas emplazadas en Tranquillien, señor regente. Me pregunto cuántos de tus propios montaraces sin’dorei han matado bajo tus narices. Trata con el diablo como te plazca, sólo espero que recibas lo que te mereces. |
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+ | No tenía motivos para enfrentarse a ellos. Podía, tal vez, ofrecer la otra mejilla como penitencia, pero se habrían limitado a escupirle y sinceramente no encontraba podía reprochárselo. Si en algún momento tuvo alguna esperanza de expiación, y tal vez fuera así, la desolación de las Tierras de la Peste habían acabado con ella, como ocurría con todo lo que vivía y soñaba. Esos puentes habían ardido hacía mucho tiempo, y fue él mismo quien prendió la llama. |
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− | Lor’themar se incorporó y se volvió para irse. Le habían tomado desprevenido y las paredes a su alrededor ya no parecían sólidas. Aurora se incorporó y le clavó la mirada, tenía la frente en alto y una actitud desafiante. Ni ella ni Renthar dijeron nada más y pareciera que la mera fuerza de su odio estuviera expulsándole del recinto. |
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+ | Sus tres guardias esperaban sentados en la sala de la entrada, rodeados de forestales quel'dorei con flechas cargadas en los arcos. Salió directamente fuera y sus forestales lo siguieron. |
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− | No tenía razón para luchar contra ellos. Quizá podría ofrecer sus palmas como penitencia, pero sólo escupirían sobre ellas y, ciertamente, no hallaba en su corazón modo alguno de culparles. Si albergaba previamente esperanzas de expiación , y tal vez así era, la desolación de las Tierras Fantasma las había sofocado; como hacía con todo aquello que vivía y soñaba. Estos puentes ardieron hace mucho tiempo por su propia mano. |
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⚫ | En el patio, un explorador Quel'Lithien sostenía las riendas de sus halcones zancudos y otro llevaba sus armas. Lor'themar cogió sus pertenencias, subió a su montura y volvió al lugar donde Renthar y Aurora seguían mirando. Sintió el impulso de decir algo, lo que fuera, para intentar tender un puente sobre el abismo que los separaba, pero todas las palabras que intentó decir se marchitaron y se convirtieron en polvo en su boca. Dio la vuelta a su halcón zancudo y no miró atrás. |
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− | Sus tres guardias aguardaban en la habitación frontal, rodeados de montaraces quel’dorei con flechas listas en sus arcos. Caminó en línea recta hacia el exterior y sus montaraces le siguieron en silencio. |
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⚫ | En el patio, un explorador |
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− | + | Horas después, mientras subían por el Desfiladero Thalassiano, comenzó a nevar. Atravesaron las puertas que delimitaban la frontera sur de Quel'Thalas con apenas una mirada. Antaño, sus arcos se alzaban, blancos y dorados, de tal modo que parecían saltar desde las propias rocas y caer en cascada al suelo con destellos de tonalidades marmóreas y ambarinas. Arthas los había reducido a ruinas, como todo lo que tocaba. Los oscuros estandartes de la Peste aún colgaban de lo alto de las murallas, desde donde se agitaban y crujían con el viento de la montaña. |
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+ | ―Lord Theron ―dijo un miembro de la escolta―, deberías usar la capa con este tiempo. |
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− | —Lord Theron —dijo uno de sus escoltas—, debería usar su capa en este clima. —Lor’themar no respondió. No había manera de que se sintiese más gélido de lo que ya estaba. Los copos de nieve chocaban contra su rostro, dejándolo en carne viva. |
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+ | Lor'themar no respondió. No podía sentirse más helado de lo que ya estaba. Los copos de nieve le caían sobre la cara y resbalaban por su piel desnuda. |
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− | + | Halduron y Rommath esperaban el regreso de Lor'themar en Lunargenta. También Aethas, para mayor escarnio de Lor'themar. Cuando Halduron lo miró y dijo: ―¿Y bien? Lor'themar negó con la cabeza. Halduron alzó las cejas como preguntando: ¿Qué esperabas? Rommath no lo vio. |
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− | + | ―¿Cómo reaccionaron ante tu presencia? ―preguntó Aethas. Lor'themar se volvió para mirarlo. |
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− | + | ―Hace cinco años los eché de los hogares que habían defendido con la misma valentía que la que demuestran hoy en Quel'Thalas ―respondió―. ¿Cómo crees que reaccionaron? |
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− | Aethas se |
+ | Aethas se encogió apenado. |
− | + | ―Vereesa Brisaveloz está casada con el nuevo líder del Kirin Tor. Yo no le gusto ni tampoco aquellos a los que represento. Esperaba que… como eres un forestal… ―Aethas se encogió de hombros―. Pensé que nos serías de ayuda para cerrar esa brecha. Supongo que me equivoqué. |
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− | + | Lor'themar puso gesto de desagrado al oír el nombre de Vereesa. ―Supones bien ―dijo. |
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− | Esa tarde |
+ | Esa tarde, narró a Halduron los detalles de su viaje a Quel'Lithien entre sorbos de vino de Canción Eterna. |
− | + | ―Estaba claro que te tratarían con desprecio. Eso lo sabías de sobra ―le recriminó su general forestal―. La verdad, no sé por qué te molestaste en ir. |
|
− | + | ―Tú habrías hecho lo mismo ―respondió Lor'themar, y Halduron frunció el ceño. |
|
− | + | ―Me conoces demasiado bien ―dijo finalmente. Se recostó en su silla y miró por la ventana. |
|
− | + | ―No sabían nada de La Fuente del Sol ―dijo Lor'themar―. Hice lo correcto al ir. |
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− | + | ―¿A quién intentas convencer aquí? ―preguntó Halduron confundido. |
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− | + | ―Halduron ―dijo Lor'themar rápidamente―, ¿recuerdas a Nathanos Marris? |
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+ | ―Claro ―dijo mientras fruncía el ceño―, ¿por qué? |
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+ | Halduron se recostó en su silla, se balanceó sobre las patas traseras y colocó las palmas bajo su cabeza. ―Tiene gracia ―dijo―. Sylvanas siempre lo consideró un campeón. Kae..., ejem, algunos no estaban dispuestos a aceptar a un montón de humanos en los errantes. Incluido yo. |
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− | Éste frunció el ceño. —Por supuesto, ¿qué tiene? |
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+ | ―Los forestales de Quel'Lithien fueron atacados por un grupo de la Horda bajo las órdenes del campeón de la Reina alma en pena ―dijo al fin Lor'themar. Apuró el contenido de su copa y la dejó en la mesa―. Mataron a muchos. |
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+ | Halduron posó de nuevo las patas delanteras de su silla con estruendo. |
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− | Halduron se reclinó, balanceando la silla sobre sus patas traseras, y colocó sus manos detrás de su cabeza. —Qué chistoso —dijo—, Sylvanas siempre lo defendió a él. Kae, er, había quienes no deseaban que un humano entrenara con los Errantes; yo incluido. |
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− | —Los montaraces de Quel’Lithien fueron atacados por algunos miembros de la Horda en el nombre del campeón de la reina Banshee. —Lor’themar se bebió el contenido de su vaso de una sentada y lo colocó sobre el escritorio. —Muchos de ellos fueron asesinados. |
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− | Las patas frontales de la silla de Halduron regresaron al suelo con un sonoro impacto. |
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+ | ―Lo pensé ―admitió Lor'themar―, pero Renthar Lanzalcón siempre ha tenido principios muy sólidos. |
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+ | ―¿Si lo supiese, crees que le importaría? |
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− | —Lo consideré —admitió Lor’themar—, pero si algo tiene Renthar Lanza de Halcón, son principios. |
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+ | ―Eran los tuyos cuando los mandaste al exilio ―dijo con calma Halduron. |
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− | —¿Consideras que le importaría si así fuese? |
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+ | ―En realidad eran los tuyos―replicó Lor'themar. Se erizó de furia por un momento, pero luego sus hombros se relajaron. Las palabras de Renthar resonaron de manera fantasmal en su cabeza: ¿Nos envías a este destierro olvidado porque te suponemos un estorbo, y te permites el lujo de escandalizarte ante nuestro sufrimiento? |
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+ | ―Yo no quería verlos muertos ―dijo finalmente Lor'themar; avergonzado de escuchar el tono de disculpa en su voz―, pero no me podía permitir tener una nación dividida... |
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− | —Eran tuyos cuando los exiliaste, —dijo Halduron en voz baja. |
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− | —De hecho eran tuyos, —respondió bruscamente Lor’themar. Destiló furia por un momento, pero luego colgó los hombros. Las palabras de Renthar hicieron un eco fantasmal en su mente. Nos envías aquí para ser ignorados, ¿y luego tienes la desfachatez de sorprenderte cuando sufrimos? |
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− | —Nunca quise que murieran —dijo Lor’themar al fin, avergonzado de escuchar la súplica en su voz—, pero no podía dirigir una nación dividida… |
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− | Lor |
+ | Lor'themar repiqueteaba con los dedos en la mesa, haciendo un aburrido recuento de las notas que había tomado en las diversas reuniones con Aethas. Tendría que dar al archimago una respuesta definitiva ese mismo día o al día siguiente. Se pellizcó el puente nasal con el índice y el pulgar y miró de reojo el vino del anaquel. Un golpe en la puerta lo sacó de sus pensamientos. |
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− | —¿Sí? —Dijo. |
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− | —Estoy indispuesto, —dijo cansinamente. |
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− | —Señor —dijo el mensajero—, la reina Banshee no esperará. |
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− | Lor’themar sintió su corazón desplomarse hasta su estómago y se incorporó. |
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+ | ―¿Sí? ―preguntó. |
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− | Halduron y Rommath se unieron a él en silencio mientras andaba. El rostro del general de montaraces se apreciaba tenso y Rommath mostraba indiferencia. Sabía qué esperar, pero su horror era distante e impersonal; no así Lor’themar y Halduron. Para ellos, el destino de Sylvanas era una herida que se abría siempre que la veían y el dolor aún no cedía. |
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+ | ―No estoy disponible ―respondió claramente. |
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+ | ―Mi señor ―dijo el mensajero―, la Reina alma en pena no esperará. |
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+ | Lor'themar sintió que el corazón le daba un vuelco. Se incorporó enseguida. |
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− | —Acabo de regresar de Orgrimmar, —dijo con voz que arañaba las paredes. Mientras su boca se movía, Lor’themar notó que la piel circundante se resquebrajaba y pelaba como cuero de víbora mudado hace mucho. —Arthas se atrevió a atacar el corazón de la Horda. |
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⚫ | Empleó los minutos que tardaron en llegar hasta la sala frontal para poner en orden sus pensamientos. En los años que llevaba gobernando Quel'Thalas, se había acostumbrado a considerarlo casi como un acto físico, del mismo modo que se vestía manto de regente. Sentía el cambio, hasta la punta de los dedos. Frente a Sylvanas necesitaría todo el aplomo que pudiese reunir. |
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+ | Halduron y Rommath se unieron en silencio a él por el camino. La expresión del rostro del general forestal era sombría. |
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− | Sus palabras lo golpearon cual rocas. Sabía lo que pedía y siempre estuvo consciente de que llegaría el momento. Sin embargo, al hallarse de pie en el salón, de súbito consciente de la manera en que su enormidad lo devoraba, no pudo responder. |
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+ | Rommath parecía más ausente; sabía lo que les esperaba, pero su disgusto era más distante e impersonal, a diferencia del de Lor'themar y Halduron. Para ellos, el destino de Sylvanas era una herida que se reabría cada vez que la veían, y cuyo dolor aún no había remitido. |
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⚫ | En la sala en la que estaba, la luz parecía desvanecerse; no porque escasease o se atenuara, sino que daba la impresión de precipitarse y se hundiese hacia el lugar que ella ocupaba, como si la luz del sol titubease a su alrededor. El feroz destello blanco de sus ojos hacía que la pálida piel de su rostro demacrado destacase aún más. Sus Guardias reales del Terror la flanqueaban, blandiendo hojas ennegrecidas en sus manos esqueléticas.. |
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− | Éste sacudió la cabeza con lentitud. |
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− | —Esto no es una solicitud, Lor’themar —interrumpió ella, sus ojos fulgurando en rojo—, enviarás tropas para apoyar a los Renegados. |
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+ | ―Acabo de volver de Orgrimmar ―dijo. Su voz parecía arañar las paredes. Al mover la boca, Lor'themar pudo ver cómo la carne alrededor de ella se cuarteaba y pelaba como una muda de piel de serpiente―. Arthas ha osado atacar el corazón de la Horda. |
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⚫ | ―El ataque fue repelido con éxito ―continuó―. Pero Arthas solo está jugando con nosotros. Hemos de llevar la guerra hasta él. El Jefe de Guerra Thrall entiende al fin lo que nosotros comprendimos hace mucho tiempo. ―Sus ojos brillaban con peligrosa impaciencia―. La Horda se prepara para la guerra. Y los sin'dorei, Lor'themar, son una parte de la Horda. |
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+ | Sus palabras cayeron como piedras sobre él. Comprendía lo que le estaba pidiendo y siempre supo que llegaría este momento. Sin embargo, mientras estaba en la sala, sintió de repente que ese gran espacio lo engullía, y no fue capaz de responder. |
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− | Sus labios escamados dieron paso a una sonrisa burlona. |
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− | —Entonces puedes esconderte aquí como perro golpeado si tal es tu voluntad, Lor’themar. Aunque si consideras que algo bueno vendrá de ello, eres un tonto. ¿Crees que Arthas se contentará con ignorarte mientras esperas y lames tus heridas? ¿Piensas que yo toleraré tal cobardía? Te advierto, quienes no están con los Renegados, están en su contra y aquellos que se encuentran en tal posición no durarán mucho. Mi pueblo ha vigilado y protegido estas tierras; gracias a mí tienes un lugar en la Horda. Marcharás con nosotros a Rasganorte o dejaré de prestar mi apoyo a Quel’Thalas. |
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+ | Despacio, Lor'themar negó con la cabeza. |
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⚫ | En |
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⚫ | |||
− | Por segunda ocasión desde su regreso de Quel’Lithien escuchó las palabras de Lanza de Halcón en su mente. |
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+ | ―Esto no es una petición, Lor'themar ―interrumpió ella. Sus ojos brillaban rojos de ira―. Enviarás tropas que acompañarán a los Renegados. |
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⚫ | ―¿Has olvidado quién es responsable en primera instancia del estado de Quel'Thalas? ¿Quién es realmente el responsable? ―Buscó una respuesta en su rostro y, al no encontrarla, continuó―. Bueno, ¡pues yo no! No me arrebatarán mi venganza y tú me darás lo que te pido: los forestales y magos sin'dorei y también los Caballeros de sangre. |
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+ | Sus labios escamosos formaron una mueca de desdén. |
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+ | ―Si eso es lo que quieres, puedes esconderte como un perro apaleado, Lor'themar. Si piensas que ganarás algo con ello eres un necio. ¿Crees que Arthas se conformará con ignorarte mientras esperas aquí y te lames las heridas? ¿Crees que yo toleraré tal cobardía? Te lo advierto: los que no están con los Renegados, están contra ellos. Y los que se les oponen, no duran mucho tiempo. |
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⚫ | |||
+ | ―Mi pueblo ya lleva un tiempo vigilando estas tierras. Y solo gracias a mi influencia tenéis un lugar en la horda. Nos ayudaréis en Rasganorte si no quieres que os abandone en Quel'Thalas. |
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⚫ | En el sur, cerca de las Tierras de la Peste, donde la Plaga aún campaba a sus anchas cerca de La Cicatriz Muerta a pesar de todos los esfuerzos, no podían permitirse prescindir de las tropas de Sylvanas. No había mentido a Aurora y Renthar al decir que su posición en las Tierras Fantasma era más segura, pero no era tan ingenuo como para pensar que se podía defender únicamente con tropas thalassianas. Sin los Renegados, Tranquillien caería. ¿Y qué vendría después? |
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+ | Por segunda vez desde que volvió de Quel'Lithien, recordó las palabras de Lanzalcón: |
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− | La reina Banshee lo miró con indiferencia. |
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− | —Espero tus fuerzas en Entrañas a más tardar en dos semanas, Lor’themar —respondió ella— y no seré decepcionada. |
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− | Ella se volvió para irse. |
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+ | La Reina alma en pena lo miró indiferente. |
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+ | ―Espero tus fuerzas en Entrañas en dos semanas, Lor'themar ―replicó―. No me fallarás en esto. |
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− | Sylvanas lo consideró un momento, mirándolo con aire de suficiencia pese a que el magistrado era más alto que ella. |
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+ | Se dio la vuelta para marcharse. |
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+ | Sylvanas lo miró un instante. De algún modo consiguió mirarlo por encima del hombre, a pesar de ser más baja que él. |
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− | "—¿Hay algo más que desees tratar, Sylvanas? —Sonaba derrotado ante sus propios oídos, carente de voluntad y pasión. Tratar, lo azuzó una vocecilla. Como si fuese posible tratar con la reina Banshee. |
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− | —No Lor’themar, he terminado. |
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− | —Shorel’aran, Sylvanas, —dijo él. |
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− | Los ojos de la reina Banshee fulguraron ante la despedida en Thalassiano, mas no dijo nada. Lor’themar la miró sin interés mientras se retiraba; la miró porque no había nada más que ver. Se sentía tan frágil como una hoja de pasto en una helada. |
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+ | ―¿Hay algo más que quieras discutir, Sylvanas? ―Le pareció que sonaba como derrotado, desprovisto de voluntad y pasión. Discutir, se burló una vocecita en su interior. Como si se pudiese discutir sobre algo con la Reina alma en pena. |
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+ | ―No. He terminado aquí, Lor'themar. |
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+ | ―Shorel'aran, Sylvanas ―añadió él. Sus ojos brillaron al oír la fórmula de despedida thalassiana, pero no dijo nada más. Lor'themar la miró mientras se alejaba con indiferente interés; solo porque no había nada que ver. Se sintió tan frágil como una brizna de hierba en una helada. |
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⚫ | Cuando Lor'themar se dio la vuelta, vio con desagrado que Aethas había llegado en algún momento de la reunión. Le resultaba denigrante que el archimago hubiese presenciado su humillación, pero no tenía muchas fuerzas para preocuparse de su orgullo. A pesar de la confusión, sus pensamientos se centraban ya en el alistamiento. Conocía bien los procedimientos de la guerra. Halduron llamaría al capitán Marcasol y al teniente Correalba. Rommath convocaría a los magos. También podría representar a los Caballeros de sangre mientras estos informaban a Liadrin. Aethas tendría la oportunidad de demostrar su valía. Lor'themar volvía por el corredor como en un sueño. |
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− | —¡Lor’themar! |
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+ | ―¡Lor'themar! |
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+ | |||
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− | + | ―Lor'themar ―repitió mientras alcanzaba al Señor regente―. De verdad no puedes... no podemos... |
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− | + | ―Ya la has oído, Rommath ―interrumpió Lor'themar―. O vamos a Rasganorte, o perdemos el apoyo de los Renegados y puede que también del resto de la Horda. Por tanto, iremos. Se giró para volver a marcharse. |
|
− | + | ―¡Aún hay soldados en los hospitales por lo de Quel'Danas! ―continuó Rommath―. ¡Ni siquiera hemos honrado a los muertos de forma adecuada en La Fuente del Sol, Lor'themar! |
|
− | + | ―No tenemos elección, Rommath. ¿No lo entiendes? ¡O hacemos lo que dice Sylvanas, o probablemente perdamos todo el territorio de Quel'Thalas al sur del Elrendar! |
|
− | + | ―¡Pues que se pierda! ―gritó Rommath y Lor'themar se quedó conmocionado. Se giró lentamente y pudo ver el rostro de Halduron también sumido en un profundo estupor. |
|
− | + | ―¿Perderlo? ―comenzó a alzar la voz―. ¿Sabes cuántos elfos, tanto sin'dorei como quel'dorei, murieron por defender esas tierras? ¿Cuántos siguen muriendo? ¿Y me dices que lo perdamos? ¿Pero qué diablos te pasa? |
|
− | + | ―¡Preferirían haber muerto en vano que entregar sus vidas para que te conviertas en una simple marioneta de algún ser monstruoso, en el nombre de su sacrificio! |
|
− | + | Lor'themar no podía creer lo que estaba oyendo. Rommath lo miró, pero no con furia o desprecio, sino con una desesperación salvaje y terrible poco habitual en él. Durante todo el ejercicio de Lor'themar como regente, a pesar de haber discutido muchas veces, Rommath nunca había perdido la compostura ni el aplomo. Ahora, prácticamente temblaba. Lor'themar miró de reojo, y vio que se había reunido una pequeña multitud en torno a ellos. No quería montar una escena. |
|
− | + | ―No cedas a sus amenazas ―dijo Rommath con calma. Lor'themar se dio cuenta horrorizado que le estaba suplicando―. Solo pretende utilizarte. |
|
− | + | Lor'themar cerró los puños con resentimiento. ―Haré lo que sea necesario para proteger Quel'Thalas y a su pueblo ―declaró―. Aunque eso suponga que me utilicen. Y tú obedecerás mis órdenes. ¿Me he expresado con claridad? |
|
− | + | ―¿Y durante cuánto tiempo crees que podrás jugar a esto? |
|
− | + | ―Todo el tiempo que sea necesario ―respondió Lor'themar inquebrantable. Rommath trató de superar al Señor regente en obstinación, pero no era tarea fácil. Se enderezó y miró a Rommath desde arriba. Rommath le devolvió la mirada un momento, pero todo su cuerpo pareció flaquear. Cerró los ojos. |
|
+ | ―Otro líder de los sin'dorei me dijo una vez algo muy parecido, Lor'themar ―dijo con suavidad, apartando la mirada―. Entonces, no discutí con él; de hecho, en ese momento pensé que tenía razón. |
||
− | + | A Lor'themar se le heló la sangre. |
|
− | + | ―Lo enterramos en Quel'Danas ―dijo Rommath, y suspiró pesaroso―. Avisaré a Lady Liadrin y al magister Jurasangre de tu decisión, Señor regente. Te informaré de sus preparativos. ―Se marchó sin decir una palabra más, con los hombros hundidos. |
|
− | Sin poder pensar |
+ | Sin apenas poder pensar, Lor'themar observó aturdido cómo la menguante figura del gran magíster desaparecía tras una esquina. |
− | + | ―Lor'themar. ―La voz tranquila de Halduron le sacó de su trance. Se volvió hacia su amigo y descubrió al general forestal que lo contemplaba extrañado, como si lo viese por primera vez. Lor'themar quería sacudirlo y gritarle que dejase de mirarlo así. |
|
− | + | ―¿Cuáles son las órdenes del Señor regente? ―preguntó Halduron. Su formalidad resultaba inquietante. |
|
− | + | ―Avisa al Retiro del Errante y al Enclave del Errante ―respondió―. Diles lo que hemos decidido. |
|
− | Halduron asintió, |
+ | Halduron asintió, y le dedicó una última e inescrutable mirada. |
− | + | Lor'themar miró a su alrededor con una oscura mueca que hizo que todos los sirvientes y guardias de palacio se apresurasen en volver a sus tareas. La única persona que quedaba en el corredor era Aethas Atracasol, que se negaba a que lo ignorasen. |
|
− | + | ―Si vas a Rasganorte, ¿apoyarás también al Kirin...? |
|
− | + | ―El Kirin Tor puede hacer lo que le venga en gana, no es cosa mía ―espetó Lor'themar―. Pero como un gran número de fuerzas de los sin'dorei se dirigirán en breve al norte, imagino que muchos acabarán llamando a tu puerta. Harás lo posible para ayudarlos, Aethas. Ahora, busca a Rommath. Seguro que puedes serle útil. ―El desprecio de Lor'themar le venció finalmente―. Imagino que estarás encantado, archimago. |
|
− | Aethas |
+ | Aethas hizo un gesto de negación. ―Es cierto que quiero vuestro apoyo en Rasganorte, Señor regente. Pero no de esta forma. Créeme si te digo que preferiría que accedieses por libre voluntad y no por... |
− | + | ―Mi voluntad permanece intacta, gracias ―interrumpió de nuevo Lor'themar, azuzado por el aguijón en las palabras de Aethas―. Y mi voluntad sigue gobernando Quel'Thalas. |
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− | + | ―Claro, mi señor ―respondió Aethas, inclinándose ligeramente en señal de conciliación. Pero al levantar la cabeza, Lor'themar vio que la disculpa no se reflejaba en sus ojos. Furioso, Lor'themar se dio la vuelta y lo dejó allí solo, de pie entre los pesados estandartes rojos y dorados. |
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− | Diario del |
+ | Diario del Señor regente, entrada 83 |
− | No |
+ | No recuerdo la última vez que le mentí a alguien de forma tan descarada, ni siquiera cuando me vi obligado a entrar en política. Pero mentí a Aethas y él lo sabe. Yo sé que lo sabe y cualquiera que me escuchase también lo sabría. De hecho mi voluntad no vale prácticamente nada. Puedo fingir que mi poder es real pero, al final, es todo una pantomima. Me puedo lavar las manos, hacerme el mártir, cargar con las culpas y no conseguir nada, o puedo enfrentarme a otros y hacerles cargar con las culpas, convirtiéndome así en la esencia de todo contra lo que he luchado. Si alguna vez he racionalizado mis decisiones bajo cualquier otra lógica, me engañaba a mí mismo. Lanzalcón tenía razón: he tenido que llegar a extremos de lo más dudosos, pero La Fuente del Sol nunca se habría restaurado de no ser así. Él y Aurora pueden dormir a pierna suelta sabiendo que nunca han comprometido su ética, pero si niegan haber prosperado en la estela de aquellos que sí lo hicieron, se engañan a sí mismos tanto como yo. |
− | + | En este momento casi me inclino a creer que el fin justifica los medios. Pero las ruinas del Bancal del Magister me atormentarán para siempre, y me recordarán el destino que podría aguardarme por pensar así. Sigo este sendero, pero soy consciente de que las acciones que emprendo por necesidad son indefendibles. Son realidades irreconciliables, pero, en ocasiones, soy capaz de concebirlas ambas y casi de comprenderlas. Podría considerarlo una profunda revelación si fuera tan ignorante como para no darme cuenta de que tan solo he comprendido lo que Kael'thas y Anasterian comprendieron antes que yo. No nos queda más opción que seguir el camino que se nos otorga con la mayor dignidad posible; de ello dependerá la propia gloria o desaparición de cada uno. Debemos rezar para que nuestros corazones y nuestras almas no se pierdan por completo antes de que todo acabe. Por La Fuente del Sol, espero que todo esto no me consuma por completo. |
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* [http://eu.media.blizzard.com/wow/lore/pdfdownload/leader-story/lorthemar-theron/lorthemar-theron-esES.pdf A la sombra del Sol en PDF] |
Revisión actual - 19:00 10 Mayo 2019
Este artículo o sección aborda contenido proveniente de novelas o historias cortas de Warcraft.
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A la sombra del Sol es una historia corta escrita por Sarah Pine y publicada en Enero de 2012 en la página oficial de World of Warcraft. Está centrada en la figura de Lor'themar Theron, señor regente de Quel'Thalas.
Originalmente, fue una historia que ganó un concurso para fans a principios de 2011, cuyo premio era la publicación en la página web de Blizzard. La historia original fue ligeramente cambiada para adaptarse al lore oficial.
Personajes[ | ]
Principales | Secundarios | Mencionados |
---|---|---|
|
|
Argumento[ | ]
La ciudad de Lunargenta recibe a un visitante del Kirin Tor, el archimago Aethas Atracasol. Aethas pide ayuda a los elfos de sangre para los conflictos que azotan Rasganorte, la Guerra del Nexo y la Guerra contra el Rey Exánime. Sin embargo el consejo formado por Lor'themar, Haludron y Rommath no parece muy dispuesto a colaborar con el Kirin Tor, sobre todo del trato mostrado durante la Tercera Guerra.
Mientras Aethas permaneció en Lunargenta como invitado, Lor'themar se dirigió al Refugio Quel'Lithien en las Tierras de la Pesta para hablar con el forestal Lanzalcón y la suma sacerdotisa Clamacielos. A pesar de sus diferencias, Lor'themar les puso al corriente de los últimos acontecimientos acaecidos en la Fuente del Sol, con la muerte de Kael'thas. Los intentos por reconciliarse con los elfos nobles tras la expulsión de éstos de las Tierras Fantasma y los ataques que habían sufrido por parte de las tropas de Sylvanas fueron infructuosos y Lor'themar abandonó las Tierras de la Peste para regresar a Quel'Thalas donde informó a Halduron, Rommath y Aethas de lo sucedido.
Ya en privado, Lor'themar le contó a Halduron que el ataque que tuvo lugar en Quel'Lithien estuvo dirigido por Nathanos Marris, el único forestal humano de los Errantes, que buscaba su registro de ingreso en la orden de forestales. Nethanos ahora servía a Sylvanas por lo que ambos elfos se preguntaron si la reina de los Renegados estaría al tanto del ataque. Pronto descubrirían la respuesta puesto que un mensajero anunció a Lor'themar que Sylvanas acababa de llegar a Lunargenta.
Sylvanas se había presentado para informar a Lor'themar del ataque que había sufrido Orgrimmar a manos del ejército de Arthas, a lo que la Horda iba a responder enviando un contingente a Rasganorte. Del mismo modo que Aethas le había pedido ayuda para el Kirin Tor, Sylvanas le exigió el envío de magos, caballeros de sangre y forestales. Bajo la amenaza de retirar todo el apoyo que los Renegados le daban a los elfos de sangre, el regente de Quel'thalas no tuvo más remedio que aceptar las exigencias de Sylvanas. La humillación de Lor'themar fue presenciada por Aethas que comprobó cómo la negativa que había recibido z su llegada a Lunargenta ahora se transformaba en un apoyo sin condiciones para la Horda.
La decisión de Lor'themas también causó cierta polémica alguno de sus consejeros como Rommath. En el fondo, Lor'themar comprendió que el líder de los sin'dorei debía atar su voluntad a otros si quería asegurar la superviviencia de Quel'thalas, alqo que ya hicieron en el pasado Kael'thas y Anasterian. Al ver las ruinas del Bancal del Magister donde Kael'thas había muerto hacía poco, Lor'themar se preguntó si, de seguir obedeciendo las órdenes de otros líderes, correría la misma suerte que su príncipe.
Fuente[ | ]
- World of Warcraft Europe A la Sombra del Sol
- A la sombra del Sol en PDF